Principios de Fe de Los Bnei Noaj


Cabála y Meditación para las Naciones por el Rab. Itzjak Ginsburgh


La Fe de los Bnei Noaj

Los escritos judíos tradicionales hacen hincapié en que la “fe” es el meollo y el motor de la práctica religiosa, y el principio subyacente a todo servicio Divino. Como se explica en la Cábala, la fe es el poder supremo del alma: yace mucho más allá del alcance de la mente racional; podría decirse que “flota” más allá de la comprensión.
Aunque el mandamiento fundamental de los Bnei Noaj es la prohibición de rendir culto a dioses ajenos (esto es: practicar idolatría), debe plantearse la cuestión de si es realmente imprescindible que los noájicos crean en el Creador Único.
Por cierto, esta pregunta resulta paradójica: ¿por qué una persona que no cree en la existencia del Creador, querría cumplir Sus mandamientos?
Sin embargo, se verá menos paradójica si consideramos que hay muchas situaciones en la vida en que se pierde la fe consiente en el Todopoderoso, pero se siguen cumpliendo los mandamientos de la Torah, dejando las cuestiones de fe para después. La mecánica de la acción se reproduce y continúa, aunque su motor se ha apagado.
Más aún: es muy común encontrar gente que cumple los preceptos religiosos por motivos que difieren de la creencia en Hashem. Puede ser que lo hagan por tradición (como quienes crecieron desde niños en estas prácticas), o por los valores culturales colectivos (su sociedad lo prescribe) o incluso sólo por aligerar la presión social (sus pares no se asociarían a él), todo sin creer que exista realmente el Creador, o que El haya ordenado realizar estos actos.
En la actualidad existen relativamente pocos Bnei Noaj en el mundo, por lo que estas razones externas no parecerían ser muy influyentes en sus vidas. Pero a medida que el número se incremente, como lo previó el profeta, y las personas se conviertan en segunda y tercera generación de Bnei Noaj viviendo en grandes comunidades o incluso en culturas que practican estos mandamientos, el interrogante de la fe obligatoria se vuelve más y más importante.
Para brindar una respuesta y explorar más profundamente el tema que gira alrededor de la fe en el Sagrado Bendito Sea, comencemos refiriéndonos a la plegaria que concierne a los Bnei Noaj.
Los Trece Principios de la Fe Judía
Hablar de la fe en Hashem implica, en principio, someterse al riesgo de un tema de límites difusos, arriesgarse a la confusión y al sinsentido. ¿Qué es exactamente lo que implica el concepto de fe en el Creador Único? ¿Cuáles son los artículos o principios de fe delineados por la Torah? y ¿Son diferentes para los judíos y para los que no lo son?
Aunque el judaísmo ve la fe como algo supranacional, y por lo tanto, aparentemente no sujeto a clasificarse o basarse en un conjunto de principios lógicos, hace unos 850 años Maimónides -indiscutiblemente la máxima autoridad en la ley judía y el pensamiento de la Torah- compiló una lista de 13 principios de la fe judía, del siguiente modo:
1.- Hashem es el Creador y es responsable de todo lo que ocurre.
2.- El Creador es Uno.
3.- El Creador no es corporal.
4.- El Creador es atemporal.
5.- Se debe adorar sólo a Hashem.
6.- La profecía es verdad.
7.- La profecía de Moshé es fundamental y verdadera.
8.- La Torah es completa.
9.- La Torah es eterna.
10.- Hay una Providencia Divina.
11.- Hashem da recompensa y castigo.
12.- El Mashiaj llegará.
13.- Hashem resucitará a los muertos.
[Aunque Maimónides no estaba percatado de esto, en el Zóhar está escrito que la fe está basada en trece principios (Zóhar III, 62b), correspondientes a los 13 tikunei diana (vestimentas de la barba), los 13 principio de emanación Divina que fluyen desde la sefirá de la corona (suprema conciencia) a las sefirot conscientes y allí están asociadas simbólicamente con las partes de la barba humana. De esta correspondencia aprendemos que los principios de fe, como la sefirá de la corona misma, presentan una cualidad paradójica. Por un lado son verdaderamente supra racionales pero por el otro están bien definidas y ordenadas. La naturaleza paradójica de los 13 principios de fe pueden ser ilustrados numéricamente: 13 x 102 (el valor numérico de la palabra “fe” en hebreo, אמונה, emuná) : 1326. Este es el valor numérico del tercer verso de la Bendición Sacerdotal: “Que Hashem extienda Su rostro sobre ti y te de paz” (Isá Hashem panav eleva veiasem lejá shalom.). La primera palabra de este versículo proviene de la misma raíz que el término hebreo para “paradoja” (nesiat afajim).]
Como lo sostuvieron varias autoridades a continuación de Maimónides, estos 13 principios surgen de 3 principios más generales:
1.- La fe en la Unicidad y la Singularidad del Todopoderoso.
2.- La fe en la veracidad universal y eterna de la Torah como expresión de la voluntad del Creador.
3.- La fe en la recompensa y el castigo basado en la conducta de cada individuo.
Por supuesto, estos Trece Principios son a su vez una elaboración de la expresión general de fe de la Torah en la absoluta Unidad de Hashem: “Oye Israel, Hashem es nuestro Elokim, Hashem es Uno”(Deuteronomio 6:4).
Los Números del Pacto
Entonces, ahora tenemos que el principio general más importante de la fe en Hashem se divide en tres principios más específicos, que a su vez se dividen en otros trece principios. Esta progresión numérica de 1 a 3 a 13 es parte de una seria mística de números que está basada en la tradición oral de la Torah respecto de la palabra “pacto”, (Brit) como aparece en la Torah Escrita. Por esta razón esta serie mística es conocida como la serie de “Los Números del Pacto”.
La fuente tradicional para esta serie de números se encuentra en una Mishnah que dice: “la circuncisión es grande, porque trece pactos fueron hechos en ella”(Nedarin 31b). Los comentaristas talmúdicos explican que esto se refiere a que en los versos que describen cómo Hashem ordenó a Abraham realizar la circuncisión, la palabra “pacto” aparece 13 veces (en sus distintas formas gramaticales)(Génesis 17).
Que la circuncisión es descripta en esta Mishnah como “grande”, significa que lo es tanto cuantitativa como cualitativamente y que está siendo comparada con algo más. Así pues, la Mishnah está destacando, como lo explican los comentaristas, que la palabra “pacto” aparece en estos versículos más veces que cuando la Torah relata otros pactos.
Específicamente, está comparando estas trece veces con las tres que aparece en el relato del pacto llevado a cabo entre Hashem y el pueblo judío sobre la Torah, donde la palabra “pacto” aparece 3 veces (Berajot 48b). También está comparando las trece apariciones de “pacto” o circuncisión con la única vez que aparece cuando Hashem promete la Tierra de Canaán a Abraham, donde la palabra “pacto” es mencionada sólo una vez (Génesis 15:18). Ahora se ve clara la procedencia de estos tres números 1, 3 y 13, en esta serie.
Pero como se mencionó antes, antes de celebrar los pactos con Abraham y con el pueblo judío, el Todopoderoso realizó un pacto con Noaj, prometiendo que no volvería a destruir el mundo con un diluvio. En los versos de la Torah que describen este convenio, la palabra “pacto” aparece 7 veces, completando así nuestra serie 1, 3, 7 y 13. Estas siete instancias corresponden a los 7 mandamientos de los Bnei Noaj (y a los 7 colores del arco iris, el signo del pacto entre Hashem y Noaj), como será explicado más adelante.
Los Siete Principios de Fe para los Bnei Noaj
La serie de números del pacto comienzan así con los números: 1, 3, 7 y 13. ¡Qué exacto es entonces que los Bnei Noaj tengan 7 principios de fe! Por cierto, observando los 13 Principios de Fe de Maimónides, podemos ver que se dividen claramente en categorías más generales, como sigue:
1) La fe en la existencia de Hashem el Creador.
2) Fe en la Unicidad del Creador.
3) Debemos adorar sólo a Hashem.
4) La veracidad de la profecía.
5) La eterna verdad de la Torah.
6) La recompensa y el castigo.
7) El buen destino final de la creación.
Estos 7 principios de fe, que cubren la doctrina básica de la fe de los Bnei Noaj, se corresponden perfectamente con sus siete leyes y como tales podemos verlas como su esencia y su espíritu interior; mientras que seis de los siete principios son enunciados usualmente en forma negativa, es decir como prohibiciones, estos artículos de fe son de naturaleza positivos.
De esta manera, enseñar cada mandamiento con su correspondiente principio brinda una visión más balanceada de la fe noájida y su cumplimiento.
  1. La fe en la existencia de Hashem el Creador da claramente una expresión positiva a la prohibición contra la blasfemia;
  2. La creencia en la Unicidad de Hashem es obviamente la expresión positiva de la prohibición de la idolatría.
  3. Mientras que el segundo principio proscribe la posibilidad de adorar a cualquier otro ser como una deidad, el tercero (que el hombre fue creado para adorar sólo a Hashem) se ocupa de nuestra obligación de adorar al Todopoderoso. En el Talmud (Berajot 35b), no reconocer que Hashem es el origen de toda bendición, no agradecerle por las cosas buenas que tenemos en la vida, está asociado con robar a nuestros padres.  Sabiendo que el Creador es la fuente de todo bien, nos dirigimos hacia Él y sólo a Él en adoración y plegaria. Para adorar hay que comenzar por no robar a Hashem lo que Le corresponde por derecho -el conocimiento consciente de que todo lo que tenemos, incluso nuestra misma existencia, deriva de Él. Así, este principio es el aspecto positivo de la prohibición de robar, y como tal, implica que los noájicos deben tener un libro de plegarias y bendecir por los alimentos, etc. Como discutiremos más adelante.
  4. El cuarto principio de fe acerca de la verdad de la profecía reconoce que el hombre fue creado a imagen del Creador y por lo tanto es capaz de conectarse con Hashem en profecía (Génesis 1:26). Este principio debe ser visto entonces como la base de la sacralidad de la vida humana y es el aspecto positivo de la prohibición de matar.
  5. El Talmud explica que los deseos sexuales son la fuerza más poderosa para disuadir a la persona de seguir la Torah. Son el “espíritu de insensatez”(Sotá 3a) que nos induce a pasar por alto a los dictados de la Torah, como si no fueran importantes en nuestras vidas y no fueran a cercenar nuestra conexión consiente con Hashem. Por eso, el quinto principio -profesar la fe en la naturaleza eterna de la Torah, cuyas directivas comprenden las costumbres y estilos de vida-, provee la aplicación positiva de la prohibición de adulterio.
  6. El sexto principio, la creencia en la recompensa y el castigo de Hashem basado en Su Providencia sobre nuestras acciones, corresponde al mandato de establecer cortes de justicia, y juramente estas cortes son una expresión humana de la providencia y la justicia divina.
  7. Aun en nuestros días la imagen de la paloma de Noaj y el arco iris, la señal del pacto con el Creador, sirven como símbolos universales de la paz y la hermandad que todos ansiamos. De acuerdo a Maimónides (Mishné Torah, Hijlot Melajim 9:1), el mandamiento que se le agregó a Noaj, además de los seis que previamente se le había ordenados Adam, es la prohibición de comer un miembro de un animal vivo. Esto nos insinúa que el último artículo de fe en el destino definitivo de bonanza que espera la humanidad es esta estipulación mística o mandamiento de los Bnei Noaj, que aunque no prohíbe el consumo de animales enteros, sí estipula que no se los trate con crueldad ni se les cause dolor, vislumbrando una posición ecológica positiva de la humanidad que habría de concentrarse en un futuro más rectificado. En la Torah, la salvación del hombre está directamente ligada a la de los animales: “El hombre y el animal que has de salvar, Oh Hashem”(Salmos 36:7). La prohibición de comer la carne de un animal vivo alienta así  nuestra fe en un futuro bueno y rectificado.
Fe y Plegaria
Todo varón judío mayor de trece años está obligado legalmente a rezar tres veces por día. ¿Esto es también aplicable a los Bnei Noaj?
Como veremos más adelante, la Casa de Hashem se describe en la Torah como una casa de plegaria para todas las naciones, indicando que el Todopoderoso desea que todos los pueblos vengan a orar ante Él. Hay una categoría especial en la ley judía para la devoción al Todopoderoso no obligatoria que merece recompensa, es llamada “el que actúa sin que se le haya ordenado”(Avoda Zará 3a). Entonces, un no judío que toma sobre sí rezar a Hashem, merece una recompensa.
En un intento de responder a este interrogante desde la perspectiva de la ley judía, el Rabino Moshé Feinstein, una de las más grandes autoridades en la ley judía de la generación anterior, escribió una teshuvah, una responsa halájica, analizando en profundidad la cuestión de la plegaria para el no judío.
En su respuesta argumentó que como los primeros individuos que establecieron los ritos de la plegaria fueron Abraham, Itzjak y Yaacob, entonces los no judíos, que por definición no descienden de esos tres patriarcas, no tienen la obligación de rezar regularmente cada día.
Pero, sólo porque están libres de hacerlo no significa que no deban o no puedan hacerlo; por el contrario: un Ben Noaj puede perfectamente dirigirse a Hashem en plegaria en cualquier momento. En particular, el Rabino Feinstein regula que si un no judío está atribulado con dolor e implora la ayuda del Todopoderoso, su plegaria da expresión a la fe en el Todopoderoso como Soberano del universo, como Aquél a quien es correcto dirigirse en busca de ayuda en momentos de aflicción y en agradecimiento en los momentos de alegría. Tal fe, aunque no está explícitamente mencionada en las siete leyes de los Bnei Noaj, está implícita en ellas, y es por cierto el fundamento sobre el que reposan el resto de los mandamientos. En otras palabras, sin una fe consiente en el Creador -tan real que uno se encuentre motivado a dirigirse a Hashem en plegaria en tiempos de necesidad- es imposible cumplir los mandamientos de los Bnei Noaj.

Fragmentos tomados de: 


Cabála y Meditación para las Naciones por el Rab. Itzjak Ginsburgh

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