Noé





La Parasha Noaj nos dice lo siguiente:



9  ̶   ESTAS SON LAS GENERACIONES DE NOAH: NOAH ERA VARON JUSTO Y PERFECTO ENTRE SUS CONTEMPORANEOS; NOAH ANDABA CON DIOS.
9  ̶  ESTAS SON LAS GENERACIONES DE NOAHAsí como las palabras “……Ele toledót ha-shamáyim ve-aretz” (estos son orígenes del Cielo y de la Tierra) que tenemos en el versículo 4 del capítulo segundo, inauguran una nueva etapa, de igual modo las palabras Eleh toleró Nóaj, qué figuran aquí  abren una nueva era de la historia de la Humanidad:  La sociedad humana va a la ruina pero Noé será un segundo Adám se convertirá en el fundador de una nueva generación de seres humanos.




NOE ERA VARON JUSTO (ish Tzadik): Más adelante,  Noé será calificado de “hombre de la tierra” (IX, 20). El Zohar observa que la Escritura recurre también a esta doble caracterización en el caso de Yosef.  El también será calificado de Tzadik (Amos II, 6)  y,  por otra parte,  de …hu ha-shalít ha-áretz, expresión qué significa: “el que gobierna el país y le proporciona alimento al pueblo” (XLII,6). El término  Tzadik  designa al justo que conserva su pureza moral en medio de todas las tentaciones y seducción que le rodean. Este fue, en efecto,  el caso de Noé, quién se mantuvo apartado de la depravación y de la perversión de su siglo; y también el de Yosef, quien resistió a los intentos de seducción de la mujer de Putifar.  Ahora bien, la santidad a la que el hombre accede gracias a un grado de piedad muy elevado, constituye, (por decirlo así) la fuente de donde manan las bendiciones materiales; cómo lo ha afirmado reiteradas veces nuestros Sabios. Por lo tanto, entre los términos “Kadósh u-Baruj” existe una correlación constante. Esto nos permite comprender por qué los hombres justos que han alcanzado un grado de santidad muy elevado son también los que dispensan a sus semejantes los bienes terrenales. El mismo Noé, por ejemplo, se convirtió después del Diluvio en un “ish ha-adamáh” es decir, según el Zohar, “ba´al ha-adamáh”, lo que significa que era el Amo de la tierra y el dispensador de todos sus bienes.  En cuanto a Yosef, hombre justo y santo también,  desempeñará el mismo papel en Egipto. La perfección moral de estos dos hombres es lo que explica que hayan podido llegar hacer los bienhechores de sus respectivas épocas.


EN SUS GENERACIONES: Las que precedieron el Diluvio y en las que le siguieron.  ¿Debe interpretarse esta precisión del texto como una restricción del elogio qué le dirige a Noé? Esta cuestión ha sido objeto de debate entre nuestros Maestros. Rashí recoge las dos opiniones:  la opinión favorable según la cual Noé  fue un hombre justo a pesar de la sociedad depravada en la que vivía;  y la opinión desfavorable según la cual Noé fue justo sólo relativamente, es decir en comparación con sus contemporáneos. Ambas interpretaciones pueden considerarse válidas. En efecto, la lucha que Noé tuvo que mantener pudo debilitar su fuerza de carácter.  Pero,  por otra parte, una conducta moral  irreprochable en una época tan depravada pesa más en la balanza de Dios que una conducta incluso más perfecta pero observada en mejores condiciones. Por último la expresión: “Noé camino junto a Dios” que completa el retrato moral, puede interpretarse también como una ligera crítica que Rashí fórmula de la manera siguiente: “…En cambio a Abrahám (Dios) le dice “Camina delante de Mí” (XVII, 1). Noé necesita apoyarse para permanecer en pie mientras que Abrahám era bastante fuerte para caminar por sí solo por la senda de la piedad”.
La tradición se pregunta por qué el hombre qué fue capaz de fundar un nuevo mundo y al que la Toráh cubre de alabanzas, no pudo sin embargo convertirse en un Abrahám,  es decir, en el gran profeta del monoteísmo, en aquella época de renacimiento de la Humanidad. Las observaciones que hemos citado más arriba contestan en parte a esta pregunta. Pero además, los Sabios hacen constar que Noé no supo luchar con bastante energía contra la corriente de inmoralidad de su época; no supo convencer a sus contemporáneos cómo (lo hizo) Abrahám y tampoco intercedió ante el Eterno en favor de su generación cómo lo hizo Abrahám en defensa de los habitantes de Sodoma. Por último, aceptó que Dios le salvará de la muerte a él solo, junto con su familia, mientras que Moisés,  al oír que el Eterno amenazaba con aniquilar Israel y al mismo tiempo le prometía hacer de él “una gran nación” exclamó en el acto: “¡Perdónales su pecado! Si no, bórrame del libro que has escrito” (Ex. XXXII, 32).  No quiso sobrevivir a su pueblo y prefirió compartir su suerte  (Midrash y Zohar).  En resumidas cuentas, Noé fue el hombre que se encerró en “su arca” para seguir siendo un Justo a sus propios ojos y a los de su familia, abandonando así a los demás hombres a su destino.  “Los sabios que juzgan favorablemente a Noé” (Rashí) contestan entonces: Es cierto que durante los ciento veinte años que duró la construcción del Arca, Noé no cesó de reprender, advertir y aleccionar a sus contemporáneos (Rashí, v. 14) para incitarles al arrepentimiento. No retrocedió ante sus sarcasmos, y sus palabras malintencionadas,  amenazadoras o insultantes. Pero, a pesar de todo, la actitud que observó con respecto a ellos fue un tanto reservada pues consideraba oportuno mantener las distancias para  sustraerse a su nefasta influencia.
Se abstuvo incluso de fundar una familia antes de los 500 años,  mientras que todos sus antepasados y contemporáneos eran ya padres de familia mucho antes de esta edad.  En efecto,  le desagrada la idea de traer muchos hijos al mundo en una sociedad tan pervertida como la suya, pues temía no poder tener, en estas condiciones, una educación moral suficientemente sana. Fue sólo 20 años después del anuncio de la destrucción de la humanidad,  tras 500 años de vida santa (“caminaba junto a Dios”) y solitaria, cuando por fin tuvo el valor de ser padre. Por entonces, Dios  le había hecho comprender que le incumbía a él la misión de perpetuar la raza humana (Rashí ibid.)
Así pues, a pesar de todas las críticas que formulan contra él, la Toráh le concede a Noé el título honorífico de “Tzadik”. Con esto demuestra que aprueba la conducta de este hombre, a quien Dios consideró digno de sobrevivir al mayor cataclismo que ha conocido la Humanidad y de salvar al género humano de la desaparición total.
Se le ha reprochado a Noé que no hiciera por su generación lo que Abrahám por los habitantes de Sodoma: implorar a Dios para que la perdonase. Pero la actitud de Noé (en este caso) puede justificarse por el hecho de que, en su época, el número de justos no llegaba a diez. En efecto, las personas que entraron en el arca, es decir, Noé y sus familiares, eran sólo ocho en total. Y Noé sabía también como Abrahám que un mínimo de diez justos es necesario para que (Dios renuncie a su proyecto de aniquilación).







Existen diferentes opiniones de los Sabios sobre la vida y la conducta de Noé, estudiaremos en varias partes esta Parasha para comprenderla mejor. 

Continúa leyendo la segunda parte de esta Parasha en Noé II




Fragmentos tomados de la Parashat Noaj Comentada por el Rab. Eli Munk




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2 comentarios:

  1. Gracias, por esta magnífica enseñanza !!!

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    1. De nada Roberto, para eso estamos, aunque los méritos son de Dios y del Rab. Eli Munk

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