Confianza en Dios
La Alegría es el comienzo del Libre Albedrío
En cada momento de su vida, el hombre tiene frente a él el libre albedrío. La mayoría de la gente piensa que su elección siempre empieza con las consideraciones pertinentes – ¿cuál es la cosa adecuada para hacer?, ¿cómo hacerla?, etc. Pero en verdad, el libre albedrío empieza antes – con la elección de estar contento con lo que se tiene o no.
Encontramos entonces que el libre albedrío se divide en dos etapas:
a) La elección de estar alegre o no;
b) La elección pertinente.
Solamente si el hombre eligió correctamente en la primera etapa y está alegre, sólo entonces puede pasar a la segunda etapa que es elegir en forma aplicable – con todas las dudas que tiene – qué hacer y cómo hacerlo, si es la cosa adecuada, o tal vez será mejor hacer algo distinto. Sin embargo, si elige bien en su primera elección y está alegre, entonces casi no tendrá ninguna duda, y la elección de lo que debe hacer le será muy fácil.
Pero si en su primera elección no eligió correctamente y no está contento con lo suyo, entonces no puede acercarse a la segunda etapa, porque por medio de la tristeza el hombre pierde completamente la capacidad del libre albedrío. Esa es la causa que cuando el hombre está triste, no tiene la capacidad de pensar correctamente y tomar adecuadas decisiones; hasta ni tiene la fuerza para moverse y actuar. Además, por la tristeza el Creador lo abandona, y por supuesto que sin Su ayuda no podrá hacer nada.
No hay culpables
No existe un error más grande que inculpar a otros por nuestro pesar. En el momento que inculpamos a alguien por nuestros sufrimientos – sea quien sea – es una gran falta de fe. Esto causa que el Creador retire su Supervisión sobre esta persona, e incluso lo coloque bajo la mano del mismo hombre al que culpa.
Lo que ocurre en la mente y corazón del que vive este error es una de las siguientes posibilidades:
• Cuando no tiene la posibilidad de hacer algo contra los que le afligen, por ejemplo: bancos, autoridad, jueces, policía, etc., el hombre cae en completa desesperación. Y hay aquellos que inclusive llegan a pensar en el suicidio, porque piensan que en este tipo de casos el Creador no los puede ayudar.
• Cuando quien aflige al hombre es simplemente una persona como él, por ejemplo: su esposa, su vecino, su socio, etc., entonces todo su tiempo lo ocupa con pensamientos como:
“Le mandaré a fulano para que influya sobre él”; o “yo me vengaré”; o “yo le haré tal y cual cosa”; o “yo le mandaré unos matones”. No puede dormir por las noches, se agita su alma; en un momento piensa esto y en otro momento piensa lo otro. Él puede llegar a todo tipo de bajas situaciones de adulación y humillación, o de enojo y crueldad, de odio y venganza. Incluso es capaz de causar un pesar o perjuicio a quien piensa es el causante de sus angustias, transformándose de un perseguido en un perseguidor, y entonces pobre de él y de su alma, porque así despierta la Ira del Creador y se le abrirá una nueva cuenta a la cuenta por la que le llegaron esos sufrimientos.
Vemos entonces que los sufrimientos y amargura del hombre que inculpa a los otros son terriblemente duros, y siente que no tiene ningún escape para salvarse de ellos. Entonces, ¿qué se puede hacer?
Nuestra vida está en nuestras propias manos y no en las de otros, pues podemos dirigirnos y hablar con el Dueño del Mundo, con el Único que determina lo que sucederá en nuestra vida, el Único de Quien podemos recibir todo el bien y toda la salvación necesaria.
Debemos acordarnos que nuestro beneficio y perjuicio están en las manos del Creador. Y si nos parece que hay otros hombres causantes de nuestro daño, pensaremos favorablemente de ellos y sospecharemos de nosotros mismos, de nuestras malas acciones. Debemos suplicar al Todopoderoso y pedirle que expíe nuestros pecados. Entonces, hasta nuestros enemigos empezaran a amarnos y se transformarán en nuestros leales amigos, como está escrito (Proverbios 16:7): “Cuando el Eterno se complace con los caminos del hombre, también sus enemigos se reconcilian con él”.
El que dice “yo fracasé” es un orgulloso
También cuando el hombre sufre como consecuencia de sus propios errores, fracasos y cosas parecidas que supuestamente dependen de su libre elección, debe saber con certeza que solamente antes de errar tuvo el libre albedrío, pero ahora, después que ya se equivocó, tiene que saber – ¡Así lo quiso el Creador! – y no perseguirse con auto-acusaciones, cayendo en el desaliento.
Cada hombre creyente sabe muy bien que cuando prospera en su elección es sólo porque es ayudado por el Creador – esto lo confiesa con todo su corazón. Quien no piensa así, demuestra simplemente que tiene orgullo, como si estuviera diciendo “yo prosperé”.
También, cada hombre creyente confiesa, que si se equivocó en su elección, fue solamente porque no tuvo ayuda desde lo Alto, y tiene que recibir sus fracasos con fe y amor. Pero cuando el hombre no acepta sus fracasos con fe creyendo que también son obras del Creador, se debe a su arrogancia.
El que relaciona sus fracasos consigo mismo, está claro que también relaciona sus éxitos a sí mismo. Por lo tanto lo que dice le gente cuando tiene éxito: “Gracias a Dios”, “Con la ayuda del Señor”, “Por la Misericordia de Dios”, y cosas parecidas, en la mayoría de los casos son completamente superficiales. Porque la verdadera prueba de la fe es precisamente cuando el hombre fracasa y tiene que confesar que esa fue la Voluntad del Creador, y que Él tiene un mensaje al no ayudarlo ahora. Por eso no tiene que inculparse y perseguirse, sólo empezar a hacer la correcta elección desde el presente punto de partida. Ahora mismo tiene la nueva elección de aprender del pasado y rezar por el futuro.
Otro de los beneficios que la confianza en Dios le brinda a la persona en el campo espiritual, es que esa confianza en Él le permitirá no tener que someterse a nadie ni tener que depositar la esperanza en nadie; no pondrá las expectativas en otros hombres ni los servirá para ganar su favor; no será hipócrita ni necesitara juntarse con ellos respecto de nada que no tenga que ver con el servicio de Dios; no vivirá con temor de ellos ni tendrá miedo de discrepar de ellos. Por el contrario, la persona podrá deshacerse del atavío de tener que recibir sus favores, de la carga de tener que expresarles gratitud y de la obligación de retribuirles por ello (El autor no quiere decir aquí que la persona debe ser desagradecida con aquel que hizo con ella algún acto de bondad, sino que la confianza en Dios le permitirá tener una mayor independencia de los demás, y si le agradece o le retribuye a alguien por un favor no será porque espera nuevos favores de esa persona); si debe reprenderlos, no necesitará cuidarse de que ellos no se ofendan (Es claro que la persona que reprende a su prójimo debe hacerlo con sumo cuidado para no llegar a avergonzarlo; aquí nuestro autor quiere decir que si una persona que confía en Dios considera que es su obligación ética y moral reprender a su prójimo por algo, no dejará de hacerlo incluso si éste no se tomará a bien su reprimenda), y si tiene que reprocharles, no se avergonzará ante ellos; y tampoco les consentirá en sus mentiras; como dijo el profeta “Y Hashem, Dios, me ha ayudado, es por eso que no me humillé; es por eso que convertí mi rostro en un pedernal, pues supe que no me avergonzaría” (Yeshaiahu 50:7); y dice: “No tengas miedo de ellos ni temas de sus palabras” (Yejezkel 2:6); y dice: “No temas de sus palabras ni estés asustado de ellos” (Yejezkel 2:6); y dice: “No les temas” (Yirmiahu 1:8); y dice: “No estés asustado de ellos” (Yirmiahu 1:17); y dice: “Como el hierro, el cual es más duro que una piedra, Yo he hecho tu frente; no les temas ni estés asustado de ellos” (Yejezkel 3:9).
Fragmentos tomados de:
"El Jardín de la Fe" de Rabí Shalom Arush
"El Pórtico de la Confianza" de Sháar Habitajón Rabenu Bejayé ibn Pekuda
Trabajamos en conjunto con http://proyectojai.com/
Estudios Noajidas Venezuela Siete Leyes de los hijos de Noé Benei Noaj Noajismo 7 Leyes Noajidas
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