Noé
Noé 10
1 – Y ERA TODA LA TIERRA DE UNA MISMA LENGUA Y DE UNOS
MISMOS VOCABLOS.
1 – Y ERA TODA LA TIERRA… “Aunque tritures al insensato en
un mortero con el pilón de majar trigo, su necesidad no se separará de él”
(Proverbios XXVII, 22). El Midrash aplica este versículo a “la generación de la
Torre de Babel” que desaprovecho la lección del Diluvio y volvió a rebelarse
contra el Señor, 340 años después de la catástrofe, (&. Rashí y Com. X, 25)
a pesar de la presencia en su seno de hombres como Noé y sus hijos o como
Abrahám quien tenía entonces 45 años y proclamaba ya la Omnipotencia de Dios.
2 – MAS EMIGRANDO AQUELLOS DESDE ORIENTE, ENCONTRARON UNA LLANURA EN TIERRA DE SHINAR Y SE ESTABLECIERON ALLI.
2 – MAS EMIGRANDO AQUELLOS DESDE ORIENTE…Véase Com. Gén. IV,
16. Se marcharon de su tierra de origen: “Su corazón abandonó a Aquel que es
anterior al mundo” (Rabbá, 35).
3 – Y DIJERON UNOS A OTROS: “VAMOS HAGAMOS LADRILLOS,
Y COZAMOSLOS AL FUEGO”. Y SIRVIOLES EL LADRILLO DE PIEDRA, Y EL ASFALTO DE
ARGAMASA.
3 – Y DIJERON UNOS A OTROS:… ¿En qué consistió exactamente el pecado
de aquella generación? Esta es la pregunta que se hicieron nuestros pensadores.
En efecto, la sensación mencionada por el texto no parece estar proporcionada a
la gravedad del pecado. Las respuestas son muy diversas. Algunas, por ejemplo
la que da Rashí al principio del capítulo, hacen referencias a las palabras del
texto. Najmánides, en cambio, condena a los “fanáticos del sentido literal” y
se conforma con recalcar el hecho significativo de que en el relato de la Torre
de Babel figura siempre el tetragrama mientras que el del Diluvio no menciona
más que a Elohim. En cuanto a los cabalistas, se limitan a afirmar que la
generación de la Torre de Babel quería separar la última Sefirá (Maljut) de las
nueve anteriores. Pero, de todas maneras, los verdaderos motivos que indujeron
a aquellos hombres a construir la Torre no pueden deducirse claramente del
texto.
Sin embargo, Rabí Yehudá L. Bloch de Telz, recoge las diferentes
interpretaciones precitadas y las sitúa dentro de la misma perspectiva,
subrayando que los Sabios del Midrash exponen los motivos confesados y
reconocidos mientras que Najmánides y los cabalistas analizan los pensamientos
secretos o subconscientes. Resulta, pues, que el proyecto inicial de Nimrod y
de su generación fue el de reunir a todos los hombres de aquella época en una
misma región, con el fin de concentrar los esfuerzos colectivos destinados a
descubrir las fuerzas ocultas en la naturaleza y a utilizarlas para proteger al
género humano contra todas las calamidades o catástrofes naturales y para
conjurar a todas las potencias maléficas. Los hombres pensaron también que una
organización colectiva serviría además de escudo contra la miseria y la guerra.
Así pues, con este propósito, se congregaron en el valle de Shinear (Senaar),
el que más adelante constituiría el territorio Babilónico. Allí constituyeron
la “ciudad sagrada” de Babel y edificaron lo que había de ser, al mismo tiempo,
un centro de reunión, un testimonio de su poderío y un instrumento de desafío a
las divinidades que moraban en los cielos: una Torre gigantesca de tres pisos
que superaba los 200 metros de altura.
Sin embargo, esta empresa no constituía una acción pecaminosa en sí,
suponiendo incluso que la explotación de las fuerzas de la naturaleza recién
descubiertas tuviese efectivamente como resultado que “nada les impidiese
llevar a cabo lo que se propusiesen”. Lo que sí puede considerarse como herejía
es el hecho de que actuaban con segunda intención: en el fondo, pretendían
rebelarse contra Dios. En efecto, aquellos hombres pensaron que la posesión de
los secretos de la naturaleza les independizaría de la Providencia Divina y que
la unión de todas las razas y de todas las clases sociales les permitiría
liberarse del Dios Omnipotente. Esta era la meta final que querían alcanzar a
través de los demás objetivos.
El texto bíblico menciona sólo el motivo manifiesto y conocido:
“Edifiquemos una ciudad y una Torre que llegue hasta el cielo.
Hagámonos así famosos para que no volvamos a estar dispersos sobre la faz de la
tierra”. Pero la tradición cita unos motivos más profundos, que, aunque
diversos, convergen todos hacia el mismo resultado. Así pues, los unos decían:
Le haremos la guerra a Dios desde lo alto de la Torre. Esta es la intención que
la tradición atribuye a los Jamitas, hombres depravados y desprovistos de
escrúpulos. Los Semitas, por su parte deseaban levantar un monumento a la
memoria de los mártires del Diluvio cuyos cadáveres cubrían el suelo de la
llanura de Shinear. En cuanto a los Yafetidas, que eran propensos al
racionalismo, habían proyectado edificar unos fundamentos bastante potentes
para poder sostener al cielo, pues creían y enseñaban que el cielo se derrumba
sobre la tierra cada 1656 años, y que, por esta razón, se había producido el
Diluvio.
Najmánides precisa además que la rebelión estaba dirigida contra el Dios
designado por la expresión YHVH que es la que este pasaje emplea
sistemáticamente. Ahora bien, como puede deducirse de cierto lugar del Éxodo
(VI, 3), este nombre expresa el concepto de un Dios que es dueño absoluto de
los destinos humanos y que ejerce en grado sumo su Providencia sobre los
hombres. En cambio el capítulo del Diluvio no contiene más que el nombre
Elohim porque la generación del Diluvio se entregó a la violencia y a la
depravación sin atreverse por ello, a negar la existencia de la Providencia
Divina. Los cabalistas expresan la misma idea cuando dicen que los hombres de
aquella generación quisieron separar la décima Sefirá, Maljut de las demás. Las
nueve primeras representa en efecto los atributos Divinos mientras que
Maljut se refiere a la intervención de la presencia Divina en la Historia,
intervención cuyo objetivo final es la edificación del Reino de Dios en la
tierra. Fue precisamente esta realización de los tiempos mesiánicos lo que los
constructores de la Torre pusieron en peligro al proclamar su independencia con
respecto a la Providencia y su voluntad de ser dueños de la Historia.
4 ̶ Y DIJERON: “VAMOS, EDIFIQUEMONOS UNA CIUDAD Y UNA TORRE, CUYA CUSPIDE LLEGUE AL CIELO (Y HAGAMONOS UN NOMBRE), PARA QUE NO NOS DISPERSEMOS SOBRE LA FAZ DE TODA LA TIERRA.”
4 ̶ HAGAMONOS FAMOSOS… (O
HAGAMONOS UN NOMBRE). “Esta frase nos revela el verdadero
estado de ánimo de los constructores de la Torre. La conciencia del Yo tienes
dos posibilidades consecuencias: La humildad o el orgullo. El sentimiento
obsesivo de nuestra propia pequeñez puede inducirnos a intensificar nuestros
esfuerzos para contribuir al progreso de la humanidad, pero también puede
incitarnos a rebelarnos contra el destino inexorable y a intentar rebasar los
límites de lo humano para salir del marco que nos oprime y lanzarnos a la
conquista de la esfera Divina. Los hombres de Babel han escogido
deliberadamente el orgullo. No han querido admitir que el individuo vale sólo
por lo que aporta a la sociedad. La Torre que han construido no sirve para
nada, no desempeña ninguna función. No es más que el símbolo grotesco de un
orgullo desmedido que pretende poder borrar los límites establecidos desde
siempre que entre el hombre y la divinidad. Dios, entonces, destruye sus
vanidosos proyectos. Los dispersa por la faz de la tierra y levanta
entre ellos las barreras infranqueables de los idiomas, imposibilitando así en
el futuro cualquier coalición duradera contra El. Separados pues los unos de
los otros, conscientes de ahora en adelante de la vanidad de sus sueños de
grandeza, los pueblos, debilitados, se verán obligados a prescindir de la ayuda
de las naciones hermanas y a contar únicamente con sus propios recursos. De
esta manera volverán a encontrar el camino de la utilización paciente y eficaz
del genio humano para el mayor bien de la Humanidad entera.
Babel marca, para los hombres, el final de la unidad. Desde entonces,
tienen que emplear todos sus esfuerzos en la lucha por la conservación de su
“territorio” por la defensa de sus posesiones contra la envidia de sus vecinos.
Así se irá formando un mundo dominado por las preocupaciones materiales; un
mundo que, sin alcanzar el grado de perversión del antiguo, vegeta con
dificultad, incapaz de vislumbrar la luz que ha de iluminar el porvenir. La
llama pura del nombre de Dios resurgirá solo cuando Abrahám, nacido de padres
humildes y en tierra pagana, convoque a los hombres, ya no para “hacerse un
nombre” sino para glorificar el nombre de Dios. El les enseñará la caridad y el
amor y se convertirá para siempre en el símbolo del restablecimiento de la paz
entre Dios y los hombres” (S. R. Hirsch).
5 ̶ Y EL ETERNO DESCENDIO PARA VER LA CIUDAD Y LA TORRE QUE EDIFICABAN LOS HIJOS DEL HOMBRE.
5 ̶ Y EL ETERNO DESCENDIO… Nahmánides
explica que la palabra “descender” aplicada a Dios, se refiere a un descenso en
la escala de los atributos Divinos. Significa que Dios abandona, en
cierto modo, su pedestal de amor y baja a hasta el escalón inferior que
corresponde a la justicia absoluta (Gen. XVIII, 21). Desciende para hacer
justicia y castigar, como explica Onkelos, pero no por ello deja de ser
un Dios lleno de mansedumbre, ya que, a pesar del pecado de apostasía
cometido por la generación rebelde, no le inflige ni muerte ni destrucción pues
tiene en cuenta el espíritu de fraternidad que la anima ( &. Rashí).
En la próxima parte continua:
6 ̶ Y DIJO EL ETERNO: “HE AQUÍ, SON UN SOLO PUEBLO Y TIENEN TODOS ELLOS UNA MISMA LENGUA...
Léela aquí Noé XI
6 ̶ Y DIJO EL ETERNO: “HE AQUÍ, SON UN SOLO PUEBLO Y TIENEN TODOS ELLOS UNA MISMA LENGUA...
Léela aquí Noé XI
Fragmentos tomados de la Parashat Noaj Comentada por el
Rab. Eli Munk
Rab. Eli Munk
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