Monoteísmo
Monoteísmo 4
Otra manifestación múltiple de Hashem se hace explícita a través
de las cuatro letras de Su Nombre, su significado literal es “traer la realidad constantemente a la existencia”, hacer existir, verbo que no encontramos en español. Además de su significado literal se interpreta también como un acrónimo de “fue, es y
será” (En particular, la primera letra del Nombre (יהוה), la iud,
corresponde a “fue” (antes del principio de la creación), la tercera letra vav
“es” (durante los seis milenios de este mundo, vav:6) y la letra hei, en el
segundo y el cuarto lugar a “será”. La realidad del futuro aludida en “será” se
manifiesta en dos planos, como está representada por la repetición de la letra
hei. La segunda hei o inferior, simboliza la era mesiánica siguiente al
presente orden del mundo, mientras que la primera hei o superior, simboliza la
revelación de Hashem en el Mundo por Venir, donde se encuentran las almas luego
de desencarnarse de este mundo . Efectivamente, la conciencia del final, del Mundo por Venir,
está asociada con el principio -la esencia de la luz infinita del Creador antes
de la Creación- y por eso la primera hei precede a la vav del presente.).
Respecto al tiempo, Hashem es eterno. Más aún: está por encima del tiempo; ya
que éste es una creación y no existe en la luz infinita de Hashem antes del
proceso creativo.
La naturaleza eterna de Hashem se manifiesta en la creación de
tres maneras distintas: omnipresencia, omnipotencia, y omnisciencia (también
llamado Providencia Divina), cada una comprendiendo a su vez cuatro niveles que
corresponden a las cuatro letras del Nombre esencial de Hashem.
Asimismo, el Creador se revela en manifestaciones aún más
complicadas que comprenden cinco, seis, siete o más facetas. El judaísmo, y
especialmente sus enseñanzas místicas, están repletos de modelos multifacéticos
que describen las manifestaciones del Creador en nuestra realidad. El más
famoso entre ellos es el de las diez sefirot -las emanaciones Divinas de la
creación y con él, los 13 atributos de misericordia Divina (Éxodo 34:6,7) y las
veintidós letras del alfabeto hebreo.
De todas maneras cuando rastreamos la fuente de origen de todos
ellos la hallamos en la luz infinita del Creador antes de la contracción, donde
retornan a un estado de absoluta Unidad.
Hashem, la Torah e
Israel
En
el Zóhar, el texto clásico de la Cabalá, y en otras fuentes judías, encontramos
que existen tres manifestaciones de Divinidad consideradas esencialmente Una:
Hashem, la Torah e Israel (es decir, el pueblo judío).
Después
de la contracción inicio de Su luz infinita, Hashem -el Uno absoluto- puede y
de hecho aparece ante la conciencia finita en cualquier número de
manifestaciones que Él desee.
La
unidad trascendente que existe en estas múltiples manifestaciones puede ser
apreciada verdaderamente sin las equivocaciones y las malas interpretaciones
inducidas por la falta de percepción o conciencia, que es también el origen de
todos los pecados.
El
estado del ser, una vez desembarazado de nuestra conciencia finita, y capaz
-por consiguiente- de percibir la Divinidad como absolutamente Uno, es conocida
en la Cabalá como el Mundo de Emanación (Olam Atzilut), el estado superior de
los cuatro estados generales de la realidad descriptos como “Mundos”.
La
mente originaria de los tres mundos inferiores Creación, Formación y Acción
(cuyos estados de conciencia has descendido de Emanación) tiende a separar,
diferenciar, dividir y, por lo tanto, percibir la realidad como plural y
sementada. Esta tendencia puede degenerar fácilmente en la idolatría.
La
conciencia monoteísta, que comenzó con Abraham y se transformó en la herencia
espiritual de todos los judíos, se origina en el Mundo de Emanación. Gracias a
ella, se puede observar a través de la pluralidad de manifestaciones de la
Divinidad en el mundo que nos rodea, y retener la fe perfecta en la absoluta
unicidad del Creador.
Sin
embargo, los no judíos no recibieron esta herencia, y por lo tanto, no poseen
una perspectiva monoteísta innata de la realidad. Consecuentemente, un no judío
puede creer teóricamente que Hashem es Uno. Pero en cuanto surgen preguntas acerca
de la manifestación tangente del Creador en la realidad, en la mente del no
judío Su descripción práctica tiende a tomar ciertas formas de pluralidad,
siendo irrelevante su número.
La
mente arraigada en la conciencia de los tres mundos inferiores crea una
división en la unidad verdadera de Hashem, que como ya dijimos puede llegar a
la idolatría.
El único remedio para
esta tendencia innata al politeísmo -o panteísmo según el caso- del no judío,
es unir su conciencia a las enseñanzas universales de la Torah. La esencia de
la Torah, contenida en cada una de sus palabras, es que Hashem es absolutamente
Uno.
De
aquí el dicho de los sabios “cada palabra de la Torah es un Nombre del
todopoderoso”(Zóhar II, 87a). El mensaje subliminal que nos transmite eternamente
la Torah a todos los pueblos es la Unidad absoluta e indivisible de Hashem.
Volviendo
al tema de las tres manifestaciones -Hashem, Torah e Israel-, la Torah es la
sabiduría y el espíritu del Todopoderoso, de quien está dicho: “Él y Su
sabiduría son uno” (Pardes Rimonim 4:10). Israel es considerado el hijo del
Todopoderoso, del que está dicho: “Israel es Mi hijo, Mi primogénito” (Éxodo
4:22) y como tal la nación judía representa la esencia del Padre.
Dicho
esto, es esencial acentuar que ningún judío podría jamás soñar referirse al
pueblo de Israel como una entidad en sí misma y rezarle, ¡Hashem lo impida! Tal
pensamiento nunca entra en la conciencia judía, la del Mundo de emanación como
dijimos más arriba.
Lo
mismo es cierto respecto a la Torah, el espíritu sagrado del Creador. Pero
ningún judío podría soñar jamás en dirigirse a la Torah como una entidad
independiente. El alma monoteísta nunca comete el error de conferir una
realidad independiente a una de las manifestaciones de Hashem.
Está
escrito:
Hashem me poseyó al
comienzo de Su camino… Cuando alistó los cielos, estuve allí… Cuando delimitó
los cimientos de la tierra… entonces estuve a Su lado… y mi deleite estaba con
los hijos del hombre (Proverbios 8:22,31).
Estos
versos los dice la Torah. Como se explicó antes, cuando nos referimos a
cualquier número de manifestaciones subsiguientes a la contracción inicial de
la luz infinita de Hashem, estas manifestaciones permanecen absolutamente Una.
La
paradoja implícita en el dicho de la Torah: “Estuve junto a Hashem” o “Soy el
instrumento de Hashem en la Creación” queda como tal, una paradoja. La raíz
absoluta y última de las almas de Israel, los hijos de Hashem, también existía
antes de la contracción inicial, absolutamente Una con el Creador.
Esta
paradoja no puede ser apreciada por una conciencia que esté desconectada de
Emanación. Rezamos sólo al Creador Mismo. Este es uno de los Trece Principios
de fe, como se discutió en la introducción. La verdadera conciencia monoteísta,
incluso de la manera en que se manifiesta luego de la contracción inicial (en
el Mundo de la Emanación), está siempre conectada a la esencia de Hashem tal
como fue revelada en Su Luz infinita antes de la contracción inicial, que trajo
la pluralidad de Sus manifestaciones a la existencia.
También
aprendemos del Zóhar que la Torah sirve como un nexo entre la conciencia creada
de Israel y la luz infinita de Hashem. Como un intermediario que conecta, la
Torah en su esencia no es más que una manifestación de la afinidad del Creador
por Israel y de Israel por el Creador.
Entonces,
tenemos que los tres iniciales -Hashem, la Torah e Israel- pueden ser reducidos
a dos: Hashem e Israel; y a su vez expandidos a cuatro (correspondientes a las
cuatro letras del Nombre, como ya se explicó). En tal caso, la manifestación
unitaria de la nación de Israel se divide en el tzadik (la figura del
justo mesiánico presente en cada generación) y el pueblo judío (la congregación
de Israel, llamada Kneset Israel en hebreo). Estos dos son llamados “hijo” e
“hija” del Todopoderoso, respectivamente.
Fragmentos tomados de:
Cabála y Meditación para las Naciones por el Rab. Itzjak Ginsburgh
Estudios Noajidas Venezuela Siete Leyes de los hijos de Noé Benei Noaj Noajismo 7 Leyes Noajidas Monoteísmo
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