Un sendero espiritual para los hijos de Nóe Parte 6
La sinceridad, temimut, es la experiencia interior de la sefirá de reconocimiento (o agradecimiento, como se la traduce a veces). La palabra hebrea implica también plenitud (Onkelos la traducción aramea de la Toráh) en Deuteronomio 18:13), integridad y simplicidad. (Génesis 25:27. En la Hagadá de Pesaj el hijo simplón es llamado tam, a nivel de la supra conciencia, representa nuestra voluntad individual dedicada a cumplir la voluntad de Hashem. En el corazón, la sinceridad representa nuestro anhelo fervoroso de servir a Hashem con devoción. Cuando se manifiesta en la acción, la sinceridad asegura que nuestra voluntad se comprometerá a cumplir cada uno de los detalles de los preceptos de Hashem. (Estas tres manifestaciones de sinceridad corresponden a las tres definiciones de sinceridad expuestas en el comienzo del tratado Derej Jaim de Rabi Dov Ber Shneersohn) Con carácter sincero y simple, uno procura ejecutar la Voluntad de Hashem con amor y gratitud.
La blasfemia, un acto bochornoso o expresión despectiva respecto a Hashem, pervierte la sinceridad natural del alma, que busca expresarse en agradecimiento al Creador y reconocimiento a Sus infinitas bondades y majestuosidad. Por este motivo, esta prohibición protege a la sefirá de reconocimiento en la psiquis y su dimensión interior la sinceridad, derivando de ella el quinto principio de la meditación y el servicio Divinos para el ben Noaj, que lo transformará en un sirviente sincero de Hashem y Su pueblo elegido, Israel.
La Toráh llama a los bnei Israel, en masa, “los hijos de Hashem”: “Así dijo Hashem, ‘Israel es Mi hijo, Mi primogénito”‘. (Éxodo 4:22) Los bnei Noaj a su vez están asociados idealmente a los siervos de Hashem. Cuando los bnei Israel no manifiestan la esencia de su alma Divina -“una verdadera parte de Hashem en lo alto” (Tania, capítulo 2, basado en Job 31:2.) como un hijo a su padre también se los llama sirvientes, (Kidushín 36a). Pero Rabi Meir dice que, a pesar de su estado, el pueblo judío es considerado los hijos de Hashem, la esencia de un hijo siempre permanece. El hecho de que los Tzadikim más grandes, como Moshé, son llamados “sirvientes de Hashem” (Deuteronomio 34:5) constituye un nivel superior conocido como “un hijo que se convirtió en un sirviente”, concepto explicado en extenso en Sefer Hamaamarim 5666, del quinto Rebe de Lubavitch) o en el caso de los grandes tzadikim que son hijos y se convierten en sirvientes de Hashem por propia voluntad, en su gran humildad y grandeza espiritual. Aunque en relación con la conciencia judía esto es evidentemente una deficiencia, en relación a la creación en general sirve para un propósito positivo. Explica el Jasidismo que incluso un tzadik puede caer de su nivel espiritual. El propósito de tal caída es que tenga la oportunidad de encontrar almas inferiores “en su incursión” y con su mera presencia fortalecerlas e inspirarlas a elevarse. Lo mismo es cierto para el pueblo judío en general. Su caída está planeada de tal manera que puedan fortalecer e inspirar a las naciones del mundo para elevarse y apegarse a Hashem y Su Toráh de manera sincera. Por supuesto, todas esas caídas pueden considerarse positivas siempre y cuando no traspasen los límites de la sacralidad. Para el tzadik esto significa caer al estado de un intermedio (un beinoní del Tania). Para el pueblo judío significa descender de servir a Hashem como un hijo a servirlo como un sirviente, o sea sin la alegría interior. Un sirviente, a pesar de que no tiene la felicidad íntima cuando cumple los preceptos, de todas maneras, sigue cumpliéndolos. Como hemos visto, es la responsabilidad del judío mostrarle al gentil cómo venerar a Hashem, y cuando sirve a Hashem como un sirviente inspira al no judío a elevarse al mismo nivel y así volverse también un siervo de Hashem. El servicio o la veneración se identifican en Cabalá con la sinceridad. Un individuo sincero puede estar frente a su maestro en total sumisión de su ser y compromiso absoluto de su voluntad, creando con este estado sincero de sumisión un aura que abarca a ambos. Un significado adicional del nombre hebreo de la sefirá de Agradecimiento, hod, por cierto, es “aura”. La sefirá de Reconocimiento y su experiencia interior, la sinceridad, se encuentran en el final del eje izquierdo del Árbol de la Vida. Las sefirot que se encuentran en el mismo eje, tienen entre otras cosas una relación de tipo jerárquica. En este eje, el Entendimiento es considerado el origen, o la sefirá superior mientras que el Agradecimiento es la última o inferior. Entonces, la sumisión y el empeño, que como ya hemos visto están asociados con esta última sefirá, son considerados una extensión de la sefirá de poder y su experiencia interna de temor o respeto. En la práctica, esto significa que cuando el no judío aprende sumisión y compromiso de los judíos, puede ascender desde el Reconocimiento al Poder, ameritando servir a Hashem con temor. De la misma manera, la sefirá de Poder actúa como una extensión de la de Entendimiento. Esto en la práctica significa que al apoyar devotamente al pueblo judío y ayudándolo a tener éxito en su misión especial de traer luz Divina al mundo, los no judíos logran el mérito de servir a Hashem con alegría, que es la experiencia interna de la sefirá de Entendimiento. Frente a la presencia de su Amo, el corazón simple y sincero se llena de temor, pero al mismo tiempo, en lo profundo de su corazón, el servidor leal se regocija por el privilegio de servirlo devotamente. Para un no judío, la experiencia de este privilegio puede sentirse sobre todo cuando existe el empeño de ayudar y servir al pueblo judío, los hijos del Señor.
Como se explicó, Victoria y Reconocimiento -confianza y sinceridad- se complementan entre sí, representando dos aspectos del proceso de convertirse en justos gentiles. De la Victoria proviene la confianza necesaria para aceptar las siete leyes de los Bnei Noaj, y tomar del pueblo judío la seguridad de que es posible transformarse espiritualmente y alcanzar un nivel superior del ser. El Reconocimiento produce un deseo sincero de servir a Hashem, y profundiza nuestra convicción de que, para llegar a ser un fiel servidor del Creador, requiere un compromiso sincero equivalente de procurar el bienestar del pueblo judío, el primogénito de Hashem. Las almas arquetípicas que corresponden a Victoria y Reconocimiento -Moshé y su hermano Aharón- son también centrales en el proceso de convertirse en un justo gentil. El Zohar (III, 53b) enseña que en el matrimonio Divino entre Hashem y Su pueblo elegido, los hijos de Israel, Moshé asume el rol de consorte del novio y Aharón de la novia.
Moshé actúa en aras de Hashem trayendo Su esencia a la conciencia del pueblo y enseñándoles cómo conocerlo. Aharón escolta al pueblo judío al altar nupcial, es decir, a su unificación con el Todopoderoso, encendiendo sus almas para amar a Hashem con el empeño abarcador y la intensa pasión que tiene la novia por el novio. Cuando el no judío se identifica con la figura de Moshé -que es el alma arquetípica de Victoria y quien entregó la Toráh -se despierta en él el deseo de cumplir con las leyes de los Bnei Noaj, que son parte de la Toráh. Cuando se identifica con Aharón -el alma arquetípica de Reconocimiento y quien en su rol de sumo sacerdote encarna el nivel superior del servicio Divino- lo ayuda a involucrarse con el bienestar del pueblo judío, apoyándolo y alentándolo a consumar su relación con Hashem, con el objetivo final de traer la paz y la redención al mundo, dando a luz un nuevo orden mundial. (Demostrando su amor a Hashem, Aharón, por ejemplo, avivó el amor individual de los judíos por Hashem. El justo gentil que se comprometió con Hashem, Su Toráh y Su pueblo, también puede despertar este amor en el judío, porque es un desafío que, si un gentil puede llegar a amar tanto al Creador, entonces cuánto más debería un judío llegar a ese nivel de amor)
La palabra hebrea para “judío”, iehudí, proviene del nombre hebreo de la sefirá de Reconocimiento, hod. Esto implica que un judío es quien reconoce incondicionalmente a Hashem, aceptando Su infinita grandeza y agradeciéndole por todo lo que le acontece en la vida, sin importar si el bien es apreciable plenamente o no. También el no judío debe esforzarse en manifestar las propiedades características de la sefirá de Reconocimiento. Para identificarse a pleno con el reconocimiento y la sinceridad espiritual, un Ben o Bat Noaj debe completar el proceso de la semi-conversión y llegar a ser un justo gentil.
Esto incluye no sólo aceptar las siete leyes sino también reconocer el rol especial del pueblo judío y la dependencia que tiene toda la humanidad de que ellos tengan éxito en su misión. Comprender esto motiva a los justos gentiles a hacer todo lo que está en su poder por ayudar al pueblo elegido de Hashem en su cometido ordenado Divinamente. El ejemplo clásico en la Toráh de un servidor gentil que mereció manifestar el reconocimiento de esta manera fue Eliézer, el siervo canaanita de Abraham. Debido a su dedicación total a Abraham, éste lo puso a cargo de todas sus posesiones y también le encomendó la responsabilidad de encontrar una esposa para su hijo Itzjak. Gracias a su entrega sincera y absoluta logró atravesar una metamorfosis espiritual, dejando de ser maldito para entrar al reino de la bendición, (De acuerdo con el Zohar (III, 103a), Eliézer el sirviente de Abraham no era otro que Canaan hijo de Jam hijo de Noé, que fue maldecido por su abuelo con la maldición de ser esclavo de sus hermanos (Génesis 9:25). De acuerdo a la Cabalá, esto significa que Eliézer fue la reencarnación de Canaan y regresó a este mundo para rectificar en parte su trasgresión (era responsable por profanar a su padre a Noaj, cuando éste se hallaba ebrio y desnudo en su tienda). En mérito de su devoto servicio a Abraham y en particular a su dedicación por encontrar la esposa de Itzjak ordenada desde lo Alto, fue digno de atravesar una metamorfosis espiritual y una transformación existencial de “maldecido” a “bendecido” (ver Zohar íbid.). Es interesante destacar que continuó reencarnándose también en otro Eliézer, esta vez hijo de Moshé y luego de muchas otras escalas en el camino, en Eliézer el padre del Baal Shem Tov. Una vez más (como antes, en relación al proceso de transformación asociado con la sefirá de Victoria) aparecen aquí las figuras de Moshé y el Baal Shem Tov, como pilares de inspiración para los justos gentiles deseando acercarse a Hashem y a Su pueblo Israel y convertirse al status de guer toshav —un justo gentil que tiene permiso para residir en la Tierra de Israel) tal como Hashem le prometió a Abraham: “Bendeciré a quienes te bendicen y maldeciré a los que te maldicen”. (Génesis 12:3. La bendición original a la humanidad fue: “Sed fructíferos y multiplicaos” (Génesis 1:22). Aquí no podemos encontramos una bendición mayor para Abraham que la de encontrar a la esposa prometida del cielo para su hijo único (de Sará), para quien Hashem le prometió “porque tu semilla será llamada en su nombre [Itzjak]” (Bereshit 21:12). Y por eso, en virtud de la dedicación de Eliézer por encontrar a Rivká para Itzjak, mereció transformarse en una persona “bendita”)
Cuando se identificó al llegar frente a Betuel (el padre de Rivká) y su hijo Labán, no dijo “Yo soy Eliézer, el siervo de Abraham”, sino simplemente “Yo soy el sirviente de Abraham”. (Génesis 24:34) No se refirió a si mismo con su propio nombre, sino con el de Abraham, porque alcanzó tal nivel de devoción hacia su amo, que dejó de tener una identidad independiente. Llegó al verdadero estado de sinceridad y simplicidad de un devoto servidor.
Una gran parte de los gentiles del mundo idolatran a un judío, que es llamado “el hijo de Dios”. El mundo tiene que reconocer que todos los judíos son hijos de Hashem. Los bnei Noaj deben ayudar a los judíos a cumplir su propósito en la tierra, pero no idolatrándolos como si fueran Creador, sino entendiendo que el servicio a Hashem completo y sincero implica estar preparado a ayudar y acercarse a colaborar con Su pueblo Israel para traer la redención al mundo. Sólo entonces se revelará el verdadero Mashíaj.
Fragmentos tomados de:
Cabála y Meditación para las Naciones por el Rab. Itzjak Ginsburgh
Estudios Noajidas Venezuela Siete Leyes de los hijos de Noé Benei Noaj Noajismo 7 Leyes Noajidas Monoteísmo Cabalá para los Noajidas Un sendero espiritual para los hijos de Noé
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