Unidos con Hashem
Acerca del Templo Sagrado de Ierushalaim, Hashem prometió: “Mi casa será una casa de plegaria para todas las naciones”. (Ishaiahu 56:7) Los Bnei Noaj deben orar a Hashem para que el Templo sea reconstruido rápidamente en nuestros días y alentar al pueblo judío para que también lo haga.
Historia del Templo
El lugar del Templo, llamado Har Habait, “El Monte del Templo”, es el lugar más sagrado de la tierra. De acuerdo con la tradición, Adam, el primer hombre, fue creado con la tierra de ese lugar. Fue allí donde Noaj construyó un altar al salir del arca, (Maimónides, Hiljot Beit Habejiráh 2:2) adonde Abraham trajo a su hijo en ofrenda a Hashem (Génesis 22:4, 14; 2 Crónicas 3:1) y donde Iaakov se durmió y soñó con una escalera que llegaba al cielo. (Génesis 28: 12-22)
La sacralidad de este lugar único fue revelada por el rey David, quien trajo allí una ofrenda a Hashem y recibió un fuego celestial por respuesta. (1 Crónicas 21:26) Luego compró este lugar a los Iebusitas y desde entonces el Monte del Templo ha sido la posesión eterna del pueblo judío. (2 Samuel 24:16-25; 1 Crónicas 21:15:30, 22:1-19)
En el año 832 antes de la era común, el rey Shlomó su hijo (Salomón) construyó el Templo Sagrado en ese lugar para rendir culto a Hashem, arbitrar Su ley y para plegaria. El hijo de David dijo lo siguiente:
Toda plegaria o súplica hecha por cada judío o por
todo Tu pueblo de Israel, cada uno de ellos conoce
la aflicción de su corazón y extiende sus manos
hacia esta casa…. Y más todavía respecto al
extranjero que no pertenece a Tu pueblo Israel,
cuando viene de un país lejano en aras de Tu
Nombre… Cuando llega y reza hacia Tu casa,
escucha desde Tu morada en el cielo y haz de
acuerdo con todo lo que el extranjero te pida.
(1 Reyes 8: 38-43)
Esta casa es el lugar donde Hashem eligió para reposo de Su Presencia Divina y su manifestación, como dice el libro de los Salmos: “Porque Hashem eligió a Tzión, Él lo deseó para residir en él”. (Salmos 132:13)
El Templo que construyó Salomón estuvo en pie durante 410 años, hasta su destrucción por parte de los babilonios. Durante los setenta años de exilio que siguieron, el pueblo judío mantuvo su fe y devoción por ese sitio.
Sentados en los ríos de Babilonia juraron: “Si te olvidare, Ierushalaim, que mi mano derecha pierda su destreza…” (lbid. 137:5) Al finalizar el exilio decretado Divinamente, el pueblo judío regresó a la Tierra de Israel, a Ierushalaim, y construyó el Templo por segunda vez.
Alrededor de 200 años después de la construcción del segundo Templo la Tierra de Israel fue conquistada por los griegos, quienes tomaron control del Templo y de los sacerdotes que servían allí; profanaron el Kodesh HaKodashim (el Sagrado de los Sagrados), la cámara más interior del Templo y pusieron un ídolo en el patio de la Casa de Hashem.
La intención de los conquistadores de impedir la observancia de las leyes de la Toráh y de los servicios del Templo perturbó enormemente al pueblo, provocando una rebelión liderada por el sumo sacerdote Matitiahu (Matatías) y su hijo, Iehudá el Macabeo, de la familia de los Jashmonaim (Asmoneos), contra el imperio helénico.
La victoria de estos valientes sobre los griegos y el milagro que tuvo lugar en esa época — cuando la menoráh, el candelabro del Templo sagrado, permaneció encendida durante ocho días con la única vasija de aceite de oliva puro que pudo ser encontrada, suficiente sólo para un sólo día- son conmemorados en la festividad de Janucá. Hasta nuestros días, los judíos celebran Janucá encendiendo candelas en sus casas durante ocho días.
Algunos siglos más tarde la tierra fue conquistada una vez más, esta vez por los Romanos, cuyo régimen opresivo provocó nuevamente una rebelión nacional, que fue frustrada, destruyendo los romanos el Segundo Templo, eliminando así el corazón viviente del servicio a Hashem.
Con la destrucción del Templo, hace unos 2.000 años, el pueblo judío fue exiliado nuevamente de la Tierra de Israel y dispersado entre las naciones.
El Noveno Día de Av
Desde entonces, la Tierra de Israel cambió de manos muchas veces, aunque un pequeño número de judíos siempre mantuvo su residencia allí a través de las generaciones. El noveno día del mes hebreo de Av, día en que ambos Templos fueron destruidos, fue señalado como un día especial de duelo. Los judíos de todo el mundo conmemoran esos sucesos ayunando durante un día completo (desde antes de la puesta del sol de la víspera, hasta la salida de las estrellas al finalizar el día 9 de Av), sentándose en el suelo, llorando y recitando el libro de Lamentaciones, el poema de duelo del profeta Irmiahu (Jeremías) por la destrucción del Templo, que contiene entre otras estas palabras:
Recuerda, Oh Hashem, lo que vino sobre nosotros;
observa y ve nuestro oprobio. Nuestra herencia
pasó a manos de extranjeros, nuestras casas a forasteros…
La corona de nuestras cabezas ha caído;
e infortunio sobre nosotros por lo que hemos pecado.
Por esto nuestro corazón está desfalleciendo,
por estas cosas nuestros ojos se opacaron:
por el monte de Tzión, que está desolado,
los zorros corretean sobre él. (Lamentaciones 5:12-2,16-18)
Este profundo lamento concluye con una plegaria de esperanza:
Regrésanos, Oh Hashem, a Ti y retornaremos:
Renueva nuestros días como antaño.
La Reconstrucción del Templo y la Paz Mundial
Los profetas de Israel, vislumbrando la redención futura de Israel con la llegada del Mashíaj, afirmaron que el Sagrado Templo será reconstruido una vez más. Estas profecías Divinas instilan en el pueblo judío el anhelo, la fe y la confianza de que Israel está destinado a retornar a su gloria pasada.
La fe en la redención, para Israel y el mundo todo, es por cierto uno de los signos más importantes de la cultura judía, pasando de generación en generación como una antorcha encendida. Incluso en nuestros días, en el período siguiente a la destrucción del Templo, los judíos, sin importar en qué parte del mundo se encuentran, se paran a rezar de cara a la Tierra de Israel, hacia Ierushalaim, y más específicamente hacia el Har Habait, el Monte del Templo, implorando a Hashem que reconstruya muy pronto el Templo Sagrado.
No está lejano el día en que Hashem aceptará nuestras plegarias y lágrimas. En las generaciones recientes nos fue concedido presenciar la acción de la Divina Providencia y ser parte del comienzo del retorno: el pueblo judío vuelve a su patria y a Ierushalaim, la ciudad sagrada. Así también mereceremos muy pronto la llegada del verdadero Mashíaj y la reconstrucción de la Casa de Hashem, en cuyo interior la Presencia Divina residirá por siempre.
El Mashíaj traerá la palabra de Hashem a todas las naciones de la tierra. La luz Divina y la verdad inherente a sus enseñanzas iluminarán a toda la humanidad y provocarán la paz y la bendición universal. Entonces, todas las naciones ascenderán al Templo para servir al Elokim de Israel y contemplar Su Divino esplendor. Esto ha sido profetizado por el profeta Ishaiahu:
…de Tzión saldrá la Toráh,
…de Tzión saldrá la Toráh,
y la palabra de Hashem de Ierushalaim.
Y Él juzgará entre los pueblos
y amonestará a muchas naciones.
Y fundirán sus espadas en arados,
y sus lanzas en azadas.
Ninguna nación alzará su espada contra otra,
Y no aprenderán más a guerrear. (Ishaiahu 2:3-4)
De estas palabras es evidente que la semilla de la paz universal encuentra un terreno fértil en la aspiración de todas las naciones de la tierra de servir al Elokim de Israel, en Su Templo, en Ierushalaim. De acuerdo con la ley de la Toráh, que se dirige a judíos como a no judíos, la sacralidad del Templo —derivada de la presencia eterna de Hashem en ese sitio - permanece también cuando el Templo está en ruinas y potencias extranjeras controlan el Monte. Esta sacralidad nos obliga a referimos a ese lugar con suprema reverencia, incluso en nuestros días.
El pueblo judío, junto con los justos gentiles de todo el mundo, esperan ansiosamente la revelación del Mashíaj y el retomo de la Divina Presencia en toda su majestuosidad a su maravilloso lugar, reconociendo la sacralidad de lo que hubo una vez allí, sacralidad que continúa estando oculta allí como un corazón de fuego encendido dentro de lo que parecerían cenizas apagadas.
Con una sincera plegaria de corazón los seres humanos justos pueden imaginarse, con el ojo interior de sus almas, dentro del Templo Sagrado de Ierushalaim. El Baal Shem Tov enseñó que la persona realmente se encuentra donde está su deseo y su pensamiento. (Keter Shem Tov, 56. Además, el Jasidut ve el símbolo del arca de Noaj como la mejor imagen utópica de un mundo de paz y prosperidad. Dentro del arca había una atmósfera de paz y armonía en algunos aspectos mayor incluso que la alcanzada en el Templo Sagrado) Desde este sagrado lugar vislumbramos al Todopoderoso trayendo la redención al mundo entero. De esta manera, nuestras plegarias se unirán a los ruegos y anhelos de todas las generaciones de Israel y mereceremos abundante bendición desde el cielo.
Cómo Dirigirse a Otras Religiones
El Todopoderoso no concuerda con la creación de otras religiones. Esto no significa que las naciones y pueblos del mundo no puedan tener sus costumbres y rituales particulares, pero estos no deben contener significados religiosos y deben ser diferenciados claramente del servicio a lo Divino.
En la realidad de hoy en día, el mundo está lleno de las así llamadas prácticas religiosas, que incluyen creencias y rituales varios que fueron establecidos como parte de religiones organizadas como el cristianismo y el islamismo. Mucha gente desconfía de ellas, porque al parecer han sido la causa de algunas de las masacres y contiendas más grandes de la historia humana. En vez de traer la paz a la humanidad provocaron un sufrimiento inconmensurable y un consuelo escaso en los tiempos de dolor.
Por definición, los Bnei Noaj renuncian a la legitimidad de las religiones organizadas y resuelven venerar exclusivamente a Hashem, como está prescrito en la Toráh. No obstante, se han producido ciertos beneficios del sentido religioso que esas religiones han brindado a sus creyentes: esas partes valederas pueden servir como pivote para acercarse a sus líderes religiosos y dialogar acerca de la necesidad de seguir la Voluntad Hashem tal como está revelada en la Toráh.
Como personas temerosas de Hashem, todos creemos que la Providencia Divina dirige cada detalle de nuestras vidas. Incluso cuando la gente elige seguir cierto curso de acción por razones propias, Hashem está dirigiendo sus pasos como le parece correcto desde lo Alto. (Sostenemos la creencia que poseemos por cierto libre albedrío y que nuestros actos no están predeterminados. Paradójicamente, aunque omnisciente, Hashem no determina nuestras acciones, pero al mismo tiempo supervisa y dirige cada uno de los detalles de nuestra vida. Nuestra inteligencia finita no puede reconciliar esta aparente contradicción —Hashem sabe todo incluso antes de que suceda, pero nos permite elegir libremente- pero nuestra capacidad de creer trasciende nuestro raciocinio humano. Este es uno de los axiomas básicos del judaísmo) En la mayoría de los casos, esta conducción permanece completamente oculta a los seres humanos, o en las palabras del Rey David: “los pasos del hombre están determinados por Hashem y Él anhela su camino”. (Salmos 37:23)
Este es un principio valedero para cada uno y uno de los detalles importantes de la vida de todas las personas, pero es inmensamente más evidente en las vidas de quienes han influido crucialmente en la historia de la humanidad. Aquí también existe tanto la dimensión de la conciencia revelada del individuo que motiva sus actos, como la dimensión oculta revelada sólo para Hashem: el maravilloso director del destino del mundo que ha creado, para revelar en él Su gloria y su infinita bondad.
Maimónides (Maimónides, Hiljot Melajim cap. 11) escribe acerca de alguien cuya vida cambió el curso de la historia, Jesús de Nazaret, quien imaginó que era el Mashíaj; trató de hacerlo realidad, pero falló. En lugar de redimir a Israel y al mundo entero, sus acciones llevaron a que el pueblo de Israel sea asesinado por la espada, (Cientos de miles de judíos han sido asesinados a través de los siglos en nombre del cristianismo. La lista de atrocidades no tiene fin e incluye libelos de sangre, pogroms, cruzadas, etc., perpetrados con la intención de que los judíos sean forzados a reconocer y convertirse a la “nueva” religión) que los sobrevivientes sean esparcidos y humillados, que la Toráh se haya alterado y que la mayoría del mundo haya sido engañada a servir a una “deidad” diferente al Hashem Único. (Basado en la visión de los profetas y las enseñanzas de los sabios, Maimónides también bosqueja cómo será la época del Mashíaj. Cuenta que el Mashíaj será un judío vivo, un ser humano (la idea de un “semi dios” o una combinación de humano y Divinidad es completamente pagana) descendiente de la casa de David. Se convertirá en rey de Israel, alentando al pueblo judío a retornar a Hashem y vivir en los caminos de la Toráh, combatir a los enemigos de Israel y salir victorioso, reconstruir el Templo de Ierushalaim y traer a todos los judíos de la diáspora de regreso a la Tierra de Israel. Seguirá inspirando al mundo entero a creer en el Elokim Único de Israel y liderará una era donde todos los seres humanos vivan juntos en paz, hermandad y prosperidad. Finalmente llevará a toda la humanidad y en general a toda la realidad al conocimiento de Hashem y aferrarse a Él verdaderamente)
Maimónides continúa: Sin embargo, no está en poder del hombre comprender la intención del Creador del mundo, porque [parafraseando a Ishaiahu 55:8] Sus caminos no son nuestros caminos y Sus pensamientos no son nuestros pensamientos.
En definitiva, explica Maimónides, las acciones de Jesús de Nazaret y del ismaelita que surgió tras él [es decir Mohamed] sólo sirven para preparar el camino de la llegada del Mashíaj y del progreso del mundo entero, [motivando a las naciones] a servir juntas a Hashem, como está escrito [Tsefania 3:9] “Porque entonces haré puros de palabras a los pueblos para que proclamen en el Nombre de Hashem y Lo sirvan en armonía”.
¿Cómo sucederá esto? [Como resultado de estas religiones] el mundo entero ya habla plenamente acerca del Mashíaj, de la Toráh y de los Preceptos. Estos temas ya se han diseminado entre muchas naciones [que antes eran] insensibles espiritualmente, que discuten estos asuntos y los diferentes preceptos de la Toráh. Algunas de ellas [es decir, los cristianos] dicen: estos preceptos eran verdad, pero no forzosamente en los tiempos presentes; no son aplicables en todas las épocas. Otras [los musulmanes] dicen: en los preceptos hay conceptos implícitos que no pueden ser comprendidos de manera simple; el Mashíaj ya ha llegado y los ha revelado.
[El escenario está planteado para que] cuando el verdadero rey mesiánico surja y se confirme exitosamente, su posición [sea] exaltada y elevada, todas ellas retornarán y comprenderán que sus ancestros les legaron una falsa herencia, que sus profetas y antepasados causaron su error.
Veamos la situación del mundo actual. Han pasado cerca de 2000 años desde el establecimiento de la religión cristiana. Durante esas generaciones el sufrimiento y el dolor de millones de personas no han menguado a pesar de los grandes avances que ha realizado la civilización, especialmente en los campos de la ciencia y la tecnología. Cada día que pasa, se intensifica el grito desgarrador rogando por la salvación de Hashem, el clamor por la redención verdadera y final que se celebrará con el Mashíaj. En las palabras del profeta Daniel (quien de acuerdo con los sabios era digno de ser el Mashíaj, si lo hubiéramos merecido (Sanhedrín 98b. Aprendemos en Cabalá que en cada generación existe un individuo que es digno de ser el Mashíaj, si la generación lo amerita. Generalmente, este individuo no es consciente de su potencial mesiánico, aunque siente el sufrimiento de la humanidad y anhela la redención del mundo más que cualquier otra alma en la tierra. Siente más intensamente que cualquier otro la necesidad propia y de sus hermanos -el pueblo judío y toda la humanidad- del retorno de la verdad de Hashem. Conduce a su generación hacia la redención con la inspiración que surge de la revelación de dimensiones más y más profundas de la Torá, especialmente la que se relaciona con la época. Ve los eventos de la actualidad como un preludio de la llegada del Mashíaj, un llamado a despertarse y retornar, sin darse cuenta por completo que es el portador del potencial mesiánico. Hemos estudiado, por cierto, que dentro del alma de cada uno de nosotros existe una chispa del Mashíaj, que se manifiesta como el clamor por la redención, con fe absoluta en Hashem y Su infinita bondad. Saber que cada uno posee esa chispa hace más difícil aún para el Mashíaj de la generación identificarse a sí mismo como esa alma mesiánica general)): “¡Cuánto falta hasta que se terminen estas cosas terribles! (Daniel 12:6)
Por los signos que nos dan los profetas y los sabios, surge muy claramente que nuestra generación es la que será testigo de la redención final. Para acelerar su llegada y la del verdadero Mashíaj, debemos comprometernos en vivir de acuerdo con el nuevo orden que será establecido. A pesar de que Maimónides parece insinuar que esto sucederá sólo después de la revelación del Mashíaj, debemos tratar desde ahora, en los momentos previos a su llegada, de “vivir con el Mashíaj”, como si ya estuviera entre nosotros (porque ya anda entre nosotros, preparado, más que nunca antes en la historia, para ser revelado). Y por eso el tiempo ha llegado para que las naciones del mundo, comenzando por sus líderes religiosos, se den cuenta que sus antepasados les legaron una falsa herencia.
Los últimos 2000 años han demostrado el fracaso de todas las religiones organizadas de realizar su autoproclamado rol de portadores del mensaje de paz y unidad de Hashem, pero al mismo tiempo, una incomparable Providencia Divina ha protegido claramente al pueblo elegido de Hashem, los judíos, el pueblo más envidiado y a la vez más despreciado y perseguido de la tierra, durante su prolongado período de exilio de su Tierra de Israel (por sus pecados, y también con la finalidad trascendente de elevar y reunir las chispas caídas en los cuatro puntos cardinales del planeta). Las personas esclarecidas del mundo han reconocido estos dos puntos.
Ahora es el tiempo de que la intención oculta de Hashem, que ha guiado la historia hasta nuestros días, sea revelada por completo. Sólo de esta manera cada individuo puede conocer la verdad sinceramente y prepararse para recibir al verdadero Mashíaj, cuya llegada nos redimirá a todos y es inminente.
Es el deber sagrado de los judíos junto con los bnei Noaj llamar fervientemente a los líderes religiosos esclarecidos e inspirados a reconocer la verdad. Su liderazgo será seguido por el reconocimiento de todos los pueblos de todas las religiones.
Todos anhelamos la salvación; estamos conscientes del terrible sufrimiento padecido en el mundo y todos creemos que la gran bondad y la enorme dicha que la humanidad está destinada a heredar vendrán con la llegada del verdadero Mashíaj. Y como la esencia de su mensaje es la alegría, (20. En hebreo, las cuatro letras de Mashíaj se permutan para formar la palabra (ismaj), “será feliz”, o (isamaj), “hará feliz”. En Cabalá, la felicidad se identifica como la experiencia espiritual interna del Entendimiento, el principio madre. Como un águila madre sobrevuela sobre su cría, así también la experiencia de la felicidad sobrevuela sobre el estado normal de conciencia, aguardando ingresar completamente en las mentes y los corazones de todos los seres finitos creados. Este es el significado espiritual de la llegada del Mashíaj para redimir a toda la humanidad) nuestro retorno a la fe verdadera en la ley de Hashem, Su Toráh, sólo puede ser conseguido con la alegría de sentirse más cerca. Ese retorno despertará el espíritu mesiánico en toda la humanidad y culminará con el advenimiento del Mashíaj ya en nuestros días.
En aras de Hashem y de la benevolencia que Él ha prometido a la humanidad, ha llegado el tiempo de que todas las naciones del mundo y sus líderes religiosos hagan una transformación radical, de enfrentarse francamente con la realidad, abandonando sus creencias previas y reconociendo la verdad absoluta. Imagine cuán gratificado estará nuestro Padre Único en los cielos, nuestro bendito Creador, viendo semejante despliegue de incomparable coraje y entrega.
Cuanto más influimos sobre nuestro entorno, más grande es nuestra responsabilidad. Es el deber sagrado de todo líder espiritual iluminar y despertar los corazones de sus seguidores, y abandonar con ellos las creencias erróneas que han heredado de sus antepasados, para comprometerse a seguir el sendero de los justos gentiles, como está definido por la Toráh, observando las siete Leyes de los Bnei Noaj que Hashem ordenó a toda la humanidad y en alegría y bondad de corazón prepararse para la inminente llegada del verdadero Mashíaj.
Fragmentos tomados de:
Cabála y Meditación para las Naciones por el Rab. Itzjak Ginsburgh
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