En Relación al Pueblo Judío
Hashem eligió al pueblo judío para traer Su luz al mundo. Si poseen un poder que otros no tienen, no es por mérito propio: simplemente es un “regalo” de Hashem que debe ser utilizado apropiadamente sin abusar jamás. Esto también significa que, debido a su rol espiritual de alcance global, cuando los judíos fallan en su misión, tienen también un mayor potencial para ejercer una influencia negativa sobre el mundo. La misión del pueblo judío es guiar amorosamente a todos los pueblos de la tierra al cumplimiento de la Voluntad de Hashem, lo que implica hacer que todo el mundo reconozca al Hashem Único y a la verdad de Su ley, la Toráh. Esta es la única verdad absoluta. El objetivo de paz y unidad es que el mundo entero pueda llegar a creer exclusivamente en el Elokim Único de Israel, un paso muy importante hacia la redención del mundo. Entonces, alcanzaremos un estado en el cual toda la humanidad venere mancomunadamente al Creador, “en armonía”. (Tsefania 3:9)
En las palabras del profeta esto significa literalmente “como un sólo hombro”; en la Toráh el “hombro” simboliza la aceptación de la responsabilidad, como en la expresión “poner al hombro”. (Ver también Génesis 49:15)
En ese estado, cada nación y cada uno de sus individuos desearán voluntariamente asumir, como al pueblo judío se le ordena hoy, el compromiso absoluto de hacer el mayor esfuerzo por hacer brillar la luz de Hashem, e integrar la luz Divina en todos los caminos del empeño humano. El objetivo será sacralizar lo mundano dedicando todos los actos al Todopoderoso.
La Unión de la Humanidad y la Unicidad de Hashem
La disposición de todos los pueblos por el esfuerzo “hombro a hombro” con el pueblo judío, es el resultado de una fuerte revelación de la Unidad de Hashem, que se va fortaleciendo con la evolución de la creación.
La expresión “un hombro” es común a un conjunto de expresiones bíblicas similares que comienzan todas con la palabra “uno…”, ejàd en hebreo, y que denotan una progresión en la revelación de la Unidad de Hashem.
Las tres primeras expresiones de esta progresión son “un día”, (lbid 1:5) “un lugar” (Íbid. 1:9) y “una carne” (Íbid 2:24), que aparecen en los dos capítulos con que se inicia el libro de Génesis y la cuarta, “un hombro”, en los profetas posteriores. (El valor numérico de las tres expresiones en Génesis son 69, 199 y 515, respectivamente. Cuando se agrega a éstos el valor de “un hombro”, 373, la suma es 1156, 342. Cuando la suma del valor numérico de un grupo de conceptos es un cuadrado, esto indica que juntos forman un conjunto completo y perfecto) En Cabalá, los tres “unos” de la creación corresponden a las tres primeras letras del Nombre esencial de Hashem. “Día” y “lugar”, que simbolizan el tiempo y el espacio, corresponden a las letras iud (sefirá de sabiduría) y hei (sefirá de entendimiento), mientras que “carne” corresponde a la vav (sefirá de belleza).
Una parte de la idea que hay detrás de esta correspondencia es que la sabiduría y el entendimiento son considerados inseparables, y respecto a belleza, leemos en el Zohar: “Belleza [es] el cuerpo”.
Finalmente, la expresión “un hombro”, que simboliza la unidad futura de las naciones sirviendo juntas a Hashem, corresponde a la hei final, a la sefirá de Reinado, como está escrito: “Y Hashem será Rey sobre el mundo entero y en ese día Hashem será Uno y Su Nombre será Uno”. (Zejariáh 14:9)
Meditemos un poco más acerca de esta correspondencia. Como se señaló antes, estas cuatro expresiones describen la progresión de la revelación de la unidad del Todopoderoso.
Meditemos un poco más acerca de esta correspondencia. Como se señaló antes, estas cuatro expresiones describen la progresión de la revelación de la unidad del Todopoderoso.
“Un día” constituye las últimas dos palabras de los cinco versículos de la Toráh que describen el primer día de la creación, donde la primera palabra es “bereshit” (traducida generalmente como “en el principio”). Esta palabra está estrechamente asociada con sabiduría, como en el versículo: “El principio de la sabiduría es el temor a Hashem”.
De hecho, en la traducción de la Toráh al arameo (Conocido como Targum lerushalmi) se lee como “con sabiduría [Hashem creó los cielos y la tierra]”. Literalmente, la palabra bereshit es una referencia al comienzo del “tiempo”, relacionándolo directamente con esta sefirá. Los sabios explican, comentando las palabras “un día”, que esta unidad fue revelada por Hashem hacia Sí mismo, ya que aún no había creado ninguna conciencia o criatura, como por ejemplo ángeles.
“Un lugar” aparece recién en la narración del tercer día, en referencia a la separación de las aguas superiores de las inferiores descriptas en el día anterior. Gramaticalmente, el acto de separar “entre” dos cosas cualesquiera está asociado a la sefirá de Entendimiento. (Ver el libro ¿Qué Necesita Saber Sobre Cabalá?) Una metáfora cabalística muy común para esta sefirá es la de un recinto espacioso donde pueda entrar la conciencia seminal de la sabiduría. De acuerdo con los sabios, estos fueron creados en el segundo día, indicando que la integridad de “un lugar” es más amplia que la que pueda haber en el primer día.
La tercera expresión, “una carne”, describe la unión del hombre y la mujer. En este punto se incrementa el alcance de la unidad y la integridad revelada, al grado de poder zanjar la distancia y la disparidad no sólo entre el Creador y los ángeles sino entre los seres humanos individuales, a pesar de que estén unidos por el matrimonio.
La unión entre el marido y la mujer está descripta en otro lugar del Tanaj como “la belleza del hombre”, (Ishaiahu 44:13) refiriéndose nuevamente a la correspondencia de esta revelación de unidad con la letra vav del Nombre esencial de Hashem.
El verso completo del que tomamos la frase “un hombro” dice: “Porque entonces transformaré a las naciones a hablar un lenguaje claro para que declaren el Nombre de Hashem, para servirlo con un solo hombro [en armonía]”.
La imagen utilizada aquí para describir la unidad de las naciones es un sirviente sirviendo a su rey, que cuando se somete completamente a Hashem y Su Voluntad, merece ser transformado a su vez en un rey, porque “el sirviente [verdadero] de un rey es también un rey”. (Shavuot 47b)
Más aún, las tres letras de la palabra “hombro”, (shejem) en hebreo son el acrónimo de la frase “el Nombre de la Gloria de Su reinado”, (Shem kevod maljutó) refiriéndose claramente a la sefirá de Reinado. A este nivel, la revelación de la unidad de Hashem es suficientemente poderosa como para unir la conciencia de toda la humanidad no sólo el marido y su esposa están unidos en el servicio al Todopoderoso sino hasta naciones enteras una visión que revela verdaderamente la majestuosidad del Todopoderoso.
El valor promedio de las cuatro frases es 289 o 172, igual que “[En el principio] Hashem creó…”. El Todopoderoso creó el mundo a fin de revelar Su absoluta unidad en todo, como se manifiesta en los cuatro “unos” que discutimos, describiendo la absoluta unidad inherente a cada una de las cuatro letras de Su Nombre esencial.
Cuando ocurra esta unión, vendrá la redención final. (Esto es lo que nos enseña el Zohar (III, 124b): revelando las dulces enseñanzas del Zohar, donde encontramos los misterios de la Torá, el final de la redención vendrá con bondad y misericordia. Así, la conciencia y percepción del Creador Único (la esencia de todas las enseñanzas del Zohar y los textos de Cabalá y Jasidut posteriores) deben preceder a la redención final. De otra manera se demorará y estará acompañada de tribulaciones y sufrimiento)
Nuestro Máximo Común Denominador
En nuestros tiempos el mundo se encuentra en un estado de pluralidad, no de unidad, que se refleja en la plétora de iglesias, templos y mezquitas existente en cada ciudad. Decir que “somos todos seres humanos y por eso somos todos uno” sólo expresa un mínimo común denominador, llamado en otras palabras “la condición humana”.
Pero no se puede reemplazar el verdadero objetivo de la humanidad sólo por eso, sino que se debe lograr una unidad real expresando nuestras aspiraciones más sublimes y materializando nuestros potenciales más profundos.
La unidad verdadera está basada en el conocimiento de una verdad Divina absoluta y una sola fuente de revelación de esa Divinidad, suscripta por todos los pueblos del mundo. Sólo ese estado de conciencia y compromiso puede crear una verdadera unidad en el mundo, permeando las interacciones entre los individuos y las naciones.
En nuestras plegarias a Hashem por “paz en la tierra” (Comentario de Rabeinu lona a la Mishná Avot 3:2. Ver Rebe Najman de Breslev, Likutei Tefilot II, 34 y en muchos otros lugares) debemos primero implorar a Hashem que toda la humanidad aumente su conocimiento del Uno. (Así como pedimos conocimiento y comprensión en el primer pedido de la Amidá) Descubriendo a Hashem (es decir, reconociendo Su presencia) en todas las facetas de nuestras actividades diarias redimimos las chispas Divinas de su reclusión en la realidad mundana, y cuando todas ellas hayan sido redimidas la paz podrá llegar al mundo. (Tania, Igueret Hakodesh 12 (página 234))
Sagrado y Separado
Hay algo de enorme importancia que debemos aclarar para comprender esto: mientras los judíos cumplen con su misión especial, su esencia interior, el núcleo judío permanece sagrado y separado.
La Toráh se refiere al pueblo judío como a “una nación que mora aislada” (Números 23:9) Esta separación no intenta condenar la pluralidad, sino más bien asegurar que la nación ‘judía permanezca sagrada y fuerte mientras lleva a cabo su propósito de volverse un faro de fe, que alumbre con su luz al mundo entero que atrae a todos.
A la postre, todos los pueblos de la tierra vendrán a rendir devoción al Hashem Uno, pero sin la guía y la presencia del pueblo judío el mundo no puede alcanzar ese estado de unidad.
La declaración esencial del monoteísmo, tal como la proclama la Toráh, es: “Oye, Israel, Hashem es nuestro Elokim, Hashem es Uno”. (Deuteronomio 6:4. Como las cuatro expresiones de “unidad” discutidas previamente, este versículo tiene también exactamente 25 letras y también puede ser representado por un cuadrado de 5 por 5 cuyo análisis matemático ya ha sido desarrollado en otro lugar) En el futuro, con la llegada del Mashíaj, “Hashem es Uno” será obvio por fin para todos, (Rashi explica que Hashem será Uno cuando “todas las naciones refuten a sus ídolos, quedando entonces Hashem sólo sin falsas deidades”) como lo anuncia el profeta Zejariáh (Zacarías): “Y Hashem será Rey sobre todo el mundo, y en ese día Hashem será Uno y Su Nombre Uno. (Zejariáh 14:9)
Hasta que llegue ese momento, la tarea permanente de los judíos como nación de sacerdotes es ayudar a los no judíos a alcanzar su estado espiritual de rectificación. El perfeccionamiento del mundo depende de toda la humanidad; es un proceso en el cual, por medio de nuestras acciones, liberamos espiritualmente y recuperarnos las chispas o fragmentos de luz Divina atrapados dentro del reino material, como ya hemos mencionado. Al elevar estos fragmentos de la realidad física donde cayeron, alcanzamos gradualmente una rectificación del mundo y lo restituimos a su estado inicial de perfección en la unidad del Hashem Uno. Para que los judíos tengan éxito en esta tarea, los gentiles deben comprender que hay un axioma general que se aplica a la relación entre ambos y del que depende la rectificación del mundo: los no judíos no pueden ser considerados justos gentiles si no reconocen en sus corazones la autoridad de la Toráh y no sienten una afinidad con el pueblo elegido de Hashem, tal como los define la Toráh.
Esto es cierto independientemente de cuántas buenas acciones puedan realizar los no judíos como grupo o como individuos, ni de lo finos que puedan ser los rasgos de carácter que posean. (De acuerdo con lo establecido por el Rabino de Brisk, una de las más grandes autoridades legales de las generaciones previas, los no judíos -sin importar cuán cultos aparenten ser- que odian a los judíos al extremo de jurar exterminarlos, son considerados parte de la nación de Amalek, quien fue y continúa siendo el archienemigo de Israel, a quien el pueblo judío tiene ordenado eliminar (Deuteronomio 25:17-19; ver también Éxodo 17:14-16). Su odio por Israel en realidad es por Hashem, como está aclarado explícitamente en la Torá. Estos enemigos de Hashem y Su pueblo son el sujeto de la declaración de Moshé: “[Elévate Hashem y Tus enemigos serán dispersados y aquéllos que Te odian huirán de Ti]” (Números 11:35). Rashi explica que “aquéllos que te odian” son los que odian al pueblo judío. Como todos sabemos, ésta no es una historia del pasado lejano, sino que es actual, como lo ejemplifican la Alemania Nazi y los terroristas árabes)
Cuando el gentil posee un sentido de afinidad hacia los judíos, obtiene inspiración de la fuente del alma de Israel. Comienzan a sentirse motivados a ser buenas personas en todas sus relaciones con los demás y a dedicar sus vidas al servicio de Hashem. La rectificación del mundo no judío depende de la inspiración, de la comprensión y del entendimiento de las ideas que reciben del pueblo judío en su rol de “una nación de sacerdotes”. (Éxodo 19:6)
La Afinidad por Todo Judío
Pero, aunque el mundo gentil en general no posea todavía una afinidad y una subordinación conscientes hacia el pueblo judío, aún es posible para nosotros extraer una chispa de bondad de las cáscaras de maldad.
Por ejemplo, la religión principal de la cultura occidental cree en un individuo judío y lo idolatra como si se tratara de una deidad. Esto ciertamente es una gran transgresión del mandamiento fundamental de los Bnei Noaj, que prohíbe la idolatría como ya vimos; pero dentro de este contexto nocivo podemos percibir un elemento bueno. Los creyentes en esta religión desean, ya sea conscientemente o no, aferrarse a un judío para inspiración y salvación. (Por esta razón, muchos filósofos arios abandonaron el cristianismo al final del último siglo, prefiriendo sus creencias paganas anteriores, negándose a aceptar que Jesús fue un judío (aunque otros se empeñaron en que fue hijo de un soldado romano, dotándolo de esta manera, aunque fuera bastardo, de sangre aria))
La verdadera rectificación del mundo vendrá cuando este reconozca el propósito ordenado Divinamente que tiene todo judío de iluminar el mundo y traer la paz y la prosperidad universal como fue profetizado. Entonces será atraído al judío por amor.
Con este sentimiento de apego existencial hacia el judío, quien en su conciencia representa el epítome de la humildad frente a Hashem, el hombre y el mundo podrá reconocer las obligaciones relativas al Reino de los Cielos como se explican en la Toráh. Las naciones del mundo lograrán así una verdadera comprensión y tomarán parte de la redención definitiva.
Fragmentos tomados de:
Cabála y Meditación para las Naciones por el Rab. Itzjak Ginsburgh
Estudios Noajidas Venezuela Siete Leyes de los hijos de Noé Benei Noaj Noajismo 7 Leyes Noajidas Monoteísmo Cabalá para los Noajidas Un sendero espiritual para los hijos de Noé Aplicaciones practicas de las siete leyes de los hijos de Noé En relacion al pueblo judio
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