Noé
Noé 7
1 – Y BENDIJO DIOS A NOAH Y A SUS HIJOS, Y
LES DIJO: PROCREAD Y MULTIPLICAOS Y LLENAD LA TIERRA.
1 – PROCREAD Y MULTIPLICAOS: Para Noé y sus hijos esta bendición es una
promesa implícita de que su posteridad no correrá el riesgo de ser destruida.
En el versículo 7, Dios devuelve a formular la misma bendición para “recalcar
que a partir de ahora los hombres deben cumplir con el deber de reproducción o
para intimarles la orden de “llenar la tierra”, es decir de diseminarse en
todas las regiones del mundo en lugar de concentrarse en una sola como lo
hicieron los constructores de la Torre de Babel (Nahmánides).
2 – Y SEA EL TEMOR Y EL PAVOR DE VOSOTROS SOBRE TODO ANIMAL DE LA TIERRA Y SOBRE TODA AVE DEL CIELO, Y SOBRE TODO LO QUE SE ARRASTRA SOBRE EL SUELO, Y SOBRE TODOS LOS PECES DEL MAR; EN VUESTRA MANO SON ENTREGADOS.
2 – Y SEA EL
TEMOR Y EL PAVOR DE VOSOTROS SOBRE TODO ANIMAL…: Comienza
aquí una nueva fase en las relaciones entre el hombre y el animal. El poder de
dominación que le había sido concedido al hombre en el momento de la Creación
(I, 28) se verá restringido a partir de ahora; sólo subsistirán el temor y el
respeto que los animales sienten por el hombre puro e inocente cuyo rostro
refleja aun la imagen de Dios. La supremacía del hombre sobre la bestia ya no
será tan absoluta como antes de su decadencia moral y su derecho a la
domesticación dejará de ser ilimitado. En efecto, ¿puede acaso el hombre que ha
caído al nivel del animal seguir siendo el amo y señor de éste? Pero también al
animal Dios le dirige su advertencia (vers. 5). Pues como lo explica Rashí, los
hombres de la generación del Diluvio habían pecado, y por esta razón, fueron
entregados a las bestias salvajes y dominados por ellas; como está escrito:
“Son semejantes a los animales que perecen” (Salmo XLIV, 21). Por lo tanto,
también es necesario amonestar a los animales para que no ataquen a los
hombres.
3 – Y TODO CUANTO SE MUEVE Y TIENE VIDA SOBRE LA TIERRA OS SERVIRA DE ALIMENTO; ASÍ COMO LAS VERDES PLANTAS, OS LO DI TODO.
3 – TODO CUANTO
SE MUEVE Y TIENE VIDA SOBRE LA TIERRA OS SERVIRA DE ALIMENTO: “A Adám, no le permití comer carne sino sólo
las verduras del campo. A vosotros os lo doy todo, tanto la carne como las
verduras que Adám podía comer”. (Rashí). El cambio del régimen alimentario que
nuestro versículo proclama solemnemente constituye la primera prescripción
dictada por Dios desde el cataclismo. Esta prescripción inaugura el nuevo orden
instituido en la esfera humana. El hecho de que la reforma del sistema de
educación de los hombres empiece por una ley alimentaria demuestra la
importancia fundamental que reviste en nuestra religión este tipo de medidas.
Ahora bien, la mayoría de los motivos que se han invocado para explicar este
cambio de alimentación no toman en cuenta la trascendencia de aquel momento
histórico. Concesión hecha a Noé por haber salvado y mantenido a la especie
animal durante el Diluvio o recompensa ofrecida al mismo por haber conseguido,
gracias a su sacrificio, la Alianza de Dios con la humanidad; necesidad de una
alimentación más sustancial a causa del debilitamiento del cuerpo humano y de
la reducción de la duración de la vida; licencia concedida con motivo del
acceso, después del diluvio, a un grado superior de moralidad…
La nueva era
está marcada por la abolición del régimen vegetariano que ha estado en vigor
desde la Creación del mundo y ha durado, por lo tanto, 1656 años. En efecto, en
lugar de contribuir al mejoramiento de la conducta del hombre, este régimen no
ha podido impedir que se convirtiese en un ser cruel, egoísta y perverso. Por
eso, a partir de ahora, se le dicta al hombre un cambio de orientación que se
inscribe en el marco del nuevo método educativo gracias al cual la Creación
entera podrá elevarse progresivamente hasta la esfera de la Santidad.
“El universo
entero, escribe Rabí M. Cordovero, se parece a un templo donde todo canta la
gloria” del Señor (Salmo XXIX, 9). En todos los peldaños de la escalera que
sube desde las profundidades de la vida terrenal hacia las regiones más
sublimes del espíritu, todos los elementos aspiran a alcanzar la cima e intentar
acercarse a la Divinidad, fuente sagrada de donde mana la vida y la bendición.
Existe en efecto en el seno de la naturaleza una jerarquía que se extiende a
todos los elementos, incluidos los inorgánicos, y estos elementos se
diferencian los unos de los otros por la medida de vitalidad que reciben de la
fuente suprema de luz. Todas las esferas de la Creación relacionadas con el
mundo mineral, el vegetal, el animal y el humano forman una cadena
ininterrumpida, y la subida de los elementos es un proceso continuo que se
efectúa peldaño por peldaño. Así, por ejemplo, el agua de lluvia baja a la
tierra, la empapa, y fecunda la simiente que transforma los elementos del suelo
y los asimila para convertirse luego en una planta. Esta le sirve luego de
alimento al animal, y gracias a esta transmigración, el elemento vegetal accede
a un nivel donde el alma empieza a irradiar sobre el mundo puramente material.
Más tarde, cuando el hombre consuma la carne del animal, ésta funcionará con la
del hombre y así podrá acercarse más aun a la fuente de luz contenida en el
alma espiritual. De esta manera, los diferentes elementos de la naturaleza se
elevan progresivamente hasta el umbral del mundo metafísico, donde el alma
humana que ha conseguido liberarse se reúne con la esfera celestial de la
santidad absoluta”. Si relacionamos la autorización de consumir carne con esta
ascensión universal de la esfera de la Creación hacia las cumbres de la
santidad, le atribuiremos un sentido distinto. Sin embargo, añade Rabí Isaac
Luriá, esta autorización se remonta sólo a la época del Diluvio. En efecto, al
principio de la creación, el plan Divino estableció que la Santidad habría de
expandirse por el camino que va del cielo a la tierra, y que, difundiéndose a
partir de la Fuente Suprema, habría de penetrar hasta las capas más profundas
de la esfera de emanación. Así pues, cuando Adám ofreció su sacrificio,
consagro a toda la especie animal imprimiéndole su propio sello de santidad.
Pero en cuanto los animales “corrompieron sus caminos” fue preciso instituir
una nueva vía de acceso a la santidad. Este cambio, característico de la época
diluviana, se les aplicó a todas las criaturas que se habían entregado a la
depravación. Para alcanzar la santidad fue necesario a partir de entonces
recorrer un camino infinitamente más difícil, el que sube de la tierra al
cielo, y escala todos los peldaños de la Creación, uno detrás de otro.
El cambio de
régimen alimentario se produce al principio de la nueva era de la Humanidad es
pues característico de las profundas modificaciones que intervienen a partir de
ahora en la educación moral y en constitución física del género humano.
4 – PERO DE LA
CARNE CON SU VIDA, QUE ES SU SANGRE, NO COMEREIS.
4 – PERO DE LA
CARNE CON SU VIDA, QUE ES SU SANGRE, NO COMEREIS: Rashí precisa: Está prohibido cortar la carne
de un animal que está aún vivo; y también consumir su sangre (&. Maimónides
#).
A la vez que
autoriza el consumo de carne de animal por los motivos indicados más arriba, la
Torá somete dicho consumo a ciertas condiciones y, por tanto, lo limita. Es
este un ejemplo típico de su método educativo. En efecto, el judaísmo no exige
austeridad, no impone un régimen vegetariano. Su principio básico es el de la
santificación de la vida humana en todas sus manifestaciones. La religión judía
concede a sus hijos una libertad moral total pero también les proporciona los
medios de hacer el mejor uso posible de esta libertad, para que puedan
disfrutar de la vida y de sus placeres sin perder su alma y sin comprometer la
grandeza que los caracteriza en relación con los demás seres de la Creación.
Por esta razón, cuando concede alguna licencia, la envuelve en ciertos
preceptos que están destinados a controlar los instintos, a impedir que el
hombre caiga al nivel del animal dejándose esclavizar por sus apetitos y a
conservarle así su dignidad. Las renuncias y la disciplina constantes que el
judaísmo exige de nosotros imprimen el sello de la santidad al goce de nuestros
sentidos.
Las reservas
formuladas en nuestro versículo obedecen a este propósito. La prohibición de
actuar cruelmente con los animales y de consumir su sangre constituye la base
de la mayoría de las leyes judías relativas a la matanza de los animales (Shejitá)
y a la preparación “Kasher” de la carne, leyes que los judíos observan desde
tiempos inmemorables. Aunque aquí estas prescripciones se dirigen a los
“Noajidas”, es decir al conjunto de la humanidad, lo cual pone de manifiesto el
valor universal de la normativa bíblica, por lo menos en lo referente a sus
principios básicos. En efecto, no hay más que una verdad, que es la misma para
los judíos y los no judíos, con la diferencia de que los primeros constituyen
la vanguardia de las naciones y por este motivo los deberes que les incumben
son más numerosos y más estrictos que los de los demás pueblos.
5 – Y
CIERTAMENTE PEDIRE CUENTA DE VUESTRA SANGRE, COMO DE VUESTRAS VIDAS: DE MANO
DEL HOMBRE; DE MANO DE CADA HERMANO DEL HOMBRE PEDIRE CUENTA DE LA VIDA DEL
HOMBRE.
5 – DE MANO DE
CADA HERMANO DEL HOMBRE PEDIRE CUENTA DE LA VIDA DEL HOMBRE: “Aunque os haya permitido coger la vida del
animal, exigiré satisfacción de todo aquel que (se inflija voluntariamente la
muerte) vertiendo su propia sangre” (Rashí).
Podríamos
pensar, prosigue el Midrash, que la prohibición de matarse se aplica también a
casos tales como el de Hananiá, Mishael y Azariá, quienes se arrojaron al horno
de fuego ardiente para santificar el nombre de Dios ante el rey Nabucodonosor.
(Daniel II, 17). Pero no es así, porque el adverbio que encabeza el versículo
tiene un significado restrictivo. Esta misma restricción se aplica también a
casos tales como el de Saúl quien, al ver que los Filisteos con los que libraba
batalla le estaban alcanzando, le dijo a su escudero: Saca tu espada y mátame
para que no me vea expuesto a los golpes de esos incircuncisos y a sus ultrajes
(I Sam. XXXXI 4; véase también Ralbag, II, Sam. I, 16). En este caso, se
trataba de evitar la matanza del rey de Israel por sus enemigos, cosa que
hubiera significado la “profanación del nombre de Dios” y la vergüenza para
todo el pueblo de Israel. Pero fuera de estas excepciones y de las que
Maimónides enumera, el suicidio, y también la eutanasia, están absolutamente
prohibido, pues “el hombre no es dueño de su cuerpo”.
6 – EL QUE DERRAMARE LA SANGRE DEL HOMBRE, POR EL HOMBRE SERA DERRAMADA SU SANGRE; PORQUE A LA IMAGEN DE DIOS HIZO EL AL HOMBRE.
6 – EL QUE
DERRAMARE LA SANGRE DEL HOMBRE: El
carácter inviolable y sagrado de la vida humana se debe esencialmente a que el
hombre ha sido hecho a imagen de Dios. Este es el único argumento en pro de la
inviolabilidad de la vida humana que tiene una validez absoluta. En efecto, no
nos permite hacer diferencias entre hombre de distinta raza o religión; ni
tampoco entre amos y esclavos, o entre amigos y enemigos. Además le confiere a
cada ser humano una dignidad inseparable de su condición de hombre ya que
preserva de la vergüenza al malhechor que sufre su castigo (Deut. XXV, 3) e
incluso el cuerpo inanimado del condenado a muerte (Deut. XXI, 23). Lo que
verdaderamente motiva, en profundidad, las sanciones jurídicas en el marco de
la legislación bíblica es la ofensa a la dignidad del ser humano creado a
imagen de Dios, y no la ley del Talión (jus talionis) o el sistema de la
intimidación, como se suele afirmar en referencia a ciertos versículos del
Deuteronomio (por ejemplo: Deut. XIII, 11) (&. Hirsch).
POR EL HOMBRE
SERA DERRAMADA SU SANGRE: Rabí Isaac Luriá explica que a sangre del asesino
debe ser derramada porque él ha derramado la sangre humana en el hombre, es
decir la sangre de la posteridad contenida en la de la víctima. Su discípulo,
Hayím Vital, le objeta la interpretación de Onkelos quien traduce “badim” por
“con testigos”. Es decir: Si el asesinato ha tenido testigos, condenaréis a
muerte al criminal. Pero el maestro contesta que las dos interpretaciones son
complementarias. Si, de no haber sido asesinada, la víctima hubiera podido
tener descendencia, la providencia se las arregla para que haya testigos en el
momento del crimen con el fin de la justicia humana pueda castigar al culpable.
En el caso contrario, como el asesino ha matado a un hombre que ya estaba
virtualmente muerto, la presencia de los testigos no es necesaria. Así es como
debemos interpretar también el comentario de Rashí en Ex. II, 12.
7 – MAS
VOSOTROS, SED FECUNDOS Y MULTIPLICAOS; PULULAD EN LA TIERRA Y MULTIPLICAOS EN
ELLA.
7 – MAS
VOSOTROS, SED FECUNDOS Y MULTIPLICAOS…: Rashí
y Najmánides consideran que anteriormente (en Gén. I, 28) esta misma fórmula
tenía el valor de una bendición, y que aquí es una orden.
8 – Y
HABLO DIOS A NOAH, Y A SUS HIJOS JUNTAMENTE CON EL DICIENDO.
8 – Y
HABLO DIOS A NOAH Y A SUS HIJOS: &.
Com. VIII, 18. Al verbo: (“y dijo”) del cap. VIII, 15 se sustituye aquí
el verbo: (“y habló”), el cual implica que el contenido del discurso está
menos especificado.
9 – “EN CUANTO A
MI, HE AQUÍ QUE ESTABLEZCO MI PACTO CON VOSOTROS, Y CON VUESTRA SIMIENTE
DESPUES DE VOSOTROS.
9 – EN
CUANTO A MI, HE AQUÍ QUE ESTABLEZCO MI PACTO CON VOSOTROS: La misma expresión enfática ha sido empleada ya con
motivo del desencadenamiento del Diluvio. (VI, 17; &. com. ib.) La
humanidad acaba de sufrir su castigo y de expiar sus pecados. Por eso, Dios
está ahora dispuesto a sellar un pacto con los hombres, y lo hace con la misma
solicitud o diligencia que demostró a la hora de eliminar la corrupción de la
faz de la tierra. Se comprende pues que en su explicación de este versículo,
Rashí emplee las mismas palabras que utilizó anteriormente a propósito de la
destrucción del mundo por el Diluvio: “estoy dispuesto a confirmar mi promesa y
a erigirla en alianza; y te doy este signo”.
10 – Y CON TODA ALMA VIVIENTE QUE ESTA CON VOSOTROS, AVE, BESTIA, Y TODO ANIMAL DE LA TIERRA JUNTO CON VOSOTROS; CON TODO LO QUE SALE DEL ARCA; CON TODO ANIMAL DE LA TIERRA.
11- VOY, PUES, A ESTABLECER MI PACTO CON VOSOTROS, DE QUE NO SERA MAS EXTERMINADA TODA CARNE CON AGUAS DE DILUVIO, NI HABRA MAS DILUVIO PARA DESTRUIR LA TIERRA.
11 – DE QUE NO
SERA MAS EXTERMINADA TODA CARME CON AGUAS DE DILUVIO: Véase Talmud Sota 11a: “Vamos (dijeron los
egipcios) usemos nuestra inteligencia contra él” (Ex. I, 10). ¡Tenían que haber
dicho: “contra ellos”! Pero Rav Hama Ben Haniná explica: Lo que los egipcios
querían decir es: “Vamos, seamos astutos con el salvador de los judíos. ¿Cómo
los atacaremos? ¿Con el fuego? No sería conveniente pues su Dios ha anunciado
que castigara con fuego (Isaías LXVI, 15). ¿Con una espada? Tampoco, porque su
Dios “lleva la espada desnuda en su mano” (Números XXII, 23). Los egipcios
sabían, en efecto, que Dios castiga “medida por medida”; por eso buscaron una
manera de aniquilar a los judíos que no pudiese volverse contra ellos. Entonces
decidieron combatir a los judíos con el agua (“A todo varón recién nacido,
arrojadlo al río”) pues recordaron que Dios había jurado no volver a asolar la
tierra con un diluvio. Pero no sabían era que el Eterno se había referido
solamente a la tierra entera y no a una nación en particular; o que había
jurado no volver a asolar la tierra pero no había prometido que los hombres no
se arrojarían por si mismos en las aguas. Y esto fue precisamente lo que
hicieron los egipcios cuando “se lanzaron tras de ellos” (Ex. XIV,23).
La tradición
limita pues considerablemente el alcance de la promesa Divina. Esta no excluye
ni un diluvio parcial, ni el hundimiento de una nación entera en el mar, ni
tampoco la destrucción de la Humanidad por un elemento cualquiera que no sea
agua. Podemos preguntarnos entonces porque razón Dios quiso relativizar su
promesa, y en que consiste en realidad Su justicia, ya que ambas cuestiones
están relacionadas entre sí. Nadie ha vivido estos problemas con más intensidad
que el patriarca Abrahám. Cuando Dios le anunció la inminente destrucción de
Sodoma, exclamó: (Génesis XVIII, 25): “¡Nunca tal hagas! ¿Acaso el que
juzga toda la tierra es un juez inícuo? y los Sabios explican esta exclamación
prestándole al patriarca las siguientes palabras: ¿No juraste acaso no provocar
más diluvios? ¿A qué viene esta distinción abusiva entre diluvio de agua y
diluvio de fuego? ¡No por ello dejarás de incumplir tu promesa! Rabí Simón Ben
Lakish también atribuye a Abrahám la objeción siguiente: “Si deseas tener al
mundo, no podrás quedarte con la justicia absoluta. Y si deseas tener a la
justicia, no podrás quedarte con el mundo. No es posible poseer ambas cosas a
la vez. O la una o la otra. Si no atenúas un poco el rigor del derecho, el
mundo no podrá sobrevivir”. Entonces Dios se inclinó ante el “amor a la
justicia y el odio a la iniquidad” manifestados por Abrahám (Salmo XLV, 8; Gen.
Rabá c. 39). Este aprovecho inmediatamente la ocasión para convencer al Eterno
de que “atenuara un poco el rigor del derecho”, e imploró Su perdón para toda
la ciudad en consideración a los justos que se hallaban en ella.
Desgraciadamente, no había ningún justo en aquella ciudad, lo que explica que
Dios enviase un diluvio de fuego sobres sus habitantes: Este tipo de castigo no
había sido excluido por la alianza establecida con Noé.
En la próxima parte continua:
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12 ̶ Y DIJO DIOS: “ESTA ES LA
SEÑAL DEL PACTO QUE HAGO ENTRE MI Y VOSOTROS...
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Fragmentos tomados de la Parashat Noaj Comentada por el
Rab. Eli Munk
Rab. Eli Munk
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