Noé 7



 CAPITULO IX
 1 – Y BENDIJO DIOS A NOAH Y A SUS HIJOS, Y LES DIJO: PROCREAD Y MULTIPLICAOS Y LLENAD LA TIERRA.
1 – PROCREAD Y MULTIPLICAOS: Para Noé y sus hijos esta bendición es una promesa implícita de que su posteridad no correrá el riesgo de ser destruida. En el versículo 7, Dios devuelve a formular la misma bendición para “recalcar que a partir de ahora los hombres deben cumplir con el deber de reproducción o para intimarles la orden de “llenar la tierra”, es decir de diseminarse en todas las regiones del mundo en lugar de concentrarse en una sola como lo hicieron los constructores de la Torre de Babel (Nahmánides). 

2 – Y SEA EL TEMOR Y EL PAVOR DE VOSOTROS SOBRE TODO ANIMAL DE LA TIERRA Y SOBRE TODA AVE DEL CIELO, Y SOBRE TODO LO QUE SE ARRASTRA SOBRE EL SUELO, Y SOBRE TODOS LOS PECES DEL MAR; EN VUESTRA MANO SON ENTREGADOS.
2 – Y SEA EL TEMOR Y EL PAVOR DE VOSOTROS SOBRE TODO ANIMAL…: Comienza aquí una nueva fase en las relaciones entre el hombre y el animal. El poder de dominación que le había sido concedido al hombre en el momento de la Creación (I, 28) se verá restringido a partir de ahora; sólo subsistirán el temor y el respeto que los animales sienten por el hombre puro e inocente cuyo rostro refleja aun la imagen de Dios. La supremacía del hombre sobre la bestia ya no será tan absoluta como antes de su decadencia moral y su derecho a la domesticación dejará de ser ilimitado. En efecto, ¿puede acaso el hombre que ha caído al nivel del animal seguir siendo el amo y señor de éste? Pero también al animal Dios le dirige su advertencia (vers. 5). Pues como lo explica Rashí, los hombres de la generación del Diluvio habían pecado, y por esta razón, fueron entregados a las bestias salvajes y dominados por ellas; como está escrito: “Son semejantes a los animales que perecen” (Salmo XLIV, 21). Por lo tanto, también es necesario amonestar a los animales para que no ataquen a los hombres.

3 – Y TODO CUANTO SE MUEVE Y TIENE VIDA SOBRE LA TIERRA OS SERVIRA DE ALIMENTO; ASÍ COMO LAS VERDES PLANTAS, OS LO DI TODO.
3 – TODO CUANTO SE MUEVE Y TIENE VIDA SOBRE LA TIERRA OS SERVIRA DE ALIMENTO: “A Adám, no le permití comer carne sino sólo las verduras del campo. A vosotros os lo doy todo, tanto la carne como las verduras que Adám podía comer”. (Rashí). El cambio del régimen alimentario que nuestro versículo proclama solemnemente constituye la primera prescripción dictada por Dios desde el cataclismo. Esta prescripción inaugura el nuevo orden instituido en la esfera humana. El hecho de que la reforma del sistema de educación de los hombres empiece por una ley alimentaria demuestra la importancia fundamental que reviste en nuestra religión este tipo de medidas. Ahora bien, la mayoría de los motivos que se han invocado para explicar este cambio de alimentación no toman en cuenta la trascendencia de aquel momento histórico. Concesión hecha a Noé por haber salvado y mantenido a la especie animal durante el Diluvio o recompensa ofrecida al mismo por haber conseguido, gracias a su sacrificio, la Alianza de Dios con la humanidad; necesidad de una alimentación más sustancial a causa del debilitamiento del cuerpo humano y de la reducción de la duración de la vida; licencia concedida con motivo del acceso, después del diluvio, a un grado superior de moralidad…
La nueva era está marcada por la abolición del régimen vegetariano que ha estado en vigor desde la Creación del mundo y ha durado, por lo tanto, 1656 años. En efecto, en lugar de contribuir al mejoramiento de la conducta del hombre, este régimen no ha podido impedir que se convirtiese en un ser cruel, egoísta y perverso. Por eso, a partir de ahora, se le dicta al hombre un cambio de orientación que se inscribe en el marco del nuevo método educativo gracias al cual la Creación entera podrá elevarse progresivamente hasta la esfera de la Santidad.
“El universo entero, escribe Rabí M. Cordovero, se parece a un templo donde todo canta la gloria” del Señor (Salmo XXIX, 9). En todos los peldaños de la escalera que sube desde las profundidades de la vida terrenal hacia las regiones más sublimes del espíritu, todos los elementos aspiran a alcanzar la cima e intentar acercarse a la Divinidad, fuente sagrada de donde mana la vida y la bendición. Existe en efecto en el seno de la naturaleza una jerarquía que se extiende a todos los elementos, incluidos los inorgánicos, y estos elementos se diferencian los unos de los otros por la medida de vitalidad que reciben de la fuente suprema de luz. Todas las esferas de la Creación relacionadas con el mundo mineral, el vegetal, el animal y el humano forman una cadena ininterrumpida, y la subida de los elementos es un proceso continuo que se efectúa peldaño por peldaño. Así, por ejemplo, el agua de lluvia baja a la tierra, la empapa, y fecunda la simiente que transforma los elementos del suelo y los asimila para convertirse luego en una planta. Esta le sirve luego de alimento al animal, y gracias a esta transmigración, el elemento vegetal accede a un nivel donde el alma empieza a irradiar sobre el mundo puramente material. Más tarde, cuando el hombre consuma la carne del animal, ésta funcionará con la del hombre y así podrá acercarse más aun a la fuente de luz contenida en el alma espiritual. De esta manera, los diferentes elementos de la naturaleza se elevan progresivamente hasta el umbral del mundo metafísico, donde el alma humana que ha conseguido liberarse se reúne con la esfera celestial de la santidad absoluta”. Si relacionamos la autorización de consumir carne con esta ascensión universal de la esfera de la Creación hacia las cumbres de la santidad, le atribuiremos un sentido distinto. Sin embargo, añade Rabí Isaac Luriá, esta autorización se remonta sólo a la época del Diluvio. En efecto, al principio de la creación, el plan Divino estableció que la Santidad habría de expandirse por el camino que va del cielo a la tierra, y que, difundiéndose a partir de la Fuente Suprema, habría de penetrar hasta las capas más profundas de la esfera de emanación. Así pues, cuando Adám ofreció su sacrificio, consagro a toda la especie animal imprimiéndole su propio sello de santidad. Pero en cuanto los animales “corrompieron sus caminos” fue preciso instituir una nueva vía de acceso a la santidad. Este cambio, característico de la época diluviana, se les aplicó a todas las criaturas que se habían entregado a la depravación. Para alcanzar la santidad fue necesario a partir de entonces recorrer un camino infinitamente más difícil, el que sube de la tierra al cielo, y escala todos los peldaños de la Creación, uno detrás de otro.
El cambio de régimen alimentario se produce al principio de la nueva era de la Humanidad es pues característico de las profundas modificaciones que intervienen a partir de ahora en la educación moral y en constitución física del género humano.

4 – PERO DE LA CARNE CON SU VIDA, QUE ES SU SANGRE, NO COMEREIS.
4 – PERO DE LA CARNE CON SU VIDA, QUE ES SU SANGRE, NO COMEREIS: Rashí precisa: Está prohibido cortar la carne de un animal que está aún vivo; y también consumir su sangre (&. Maimónides #).
A la vez que autoriza el consumo de carne de animal por los motivos indicados más arriba, la Torá somete dicho consumo a ciertas condiciones y, por tanto, lo limita. Es este un ejemplo típico de su método educativo. En efecto, el judaísmo no exige austeridad, no impone un régimen vegetariano. Su principio básico es el de la santificación de la vida humana en todas sus manifestaciones. La religión judía concede a sus hijos una libertad moral total pero también les proporciona los medios de hacer el mejor uso posible de esta libertad, para que puedan disfrutar de la vida y de sus placeres sin perder su alma y sin comprometer la grandeza que los caracteriza en relación con los demás seres de la Creación. Por esta razón, cuando concede alguna licencia, la envuelve en ciertos preceptos que están destinados a controlar los instintos, a impedir que el hombre caiga al nivel del animal dejándose esclavizar por sus apetitos y a conservarle así su dignidad. Las renuncias y la disciplina constantes que el judaísmo exige de nosotros imprimen el sello de la santidad al goce de nuestros sentidos.
Las reservas formuladas en nuestro versículo obedecen a este propósito. La prohibición de actuar cruelmente con los animales y de consumir su sangre constituye la base de la mayoría de las leyes judías relativas a la matanza de los animales (Shejitá) y a la preparación “Kasher” de la carne, leyes que los judíos observan desde tiempos inmemorables. Aunque aquí estas prescripciones se dirigen a los “Noajidas”, es decir al conjunto de la humanidad, lo cual pone de manifiesto el valor universal de la normativa bíblica, por lo menos en lo referente a sus principios básicos. En efecto, no hay más que una verdad, que es la misma para los judíos y los no judíos, con la diferencia de que los primeros constituyen la vanguardia de las naciones y por este motivo los deberes que les incumben son más numerosos y más estrictos que los de los demás pueblos. 
5 – Y CIERTAMENTE PEDIRE CUENTA DE VUESTRA SANGRE, COMO DE VUESTRAS VIDAS: DE MANO DEL HOMBRE; DE MANO DE CADA HERMANO DEL HOMBRE PEDIRE CUENTA DE LA VIDA DEL HOMBRE.
5 – DE MANO DE CADA HERMANO DEL HOMBRE PEDIRE CUENTA DE LA VIDA DEL HOMBRE: “Aunque os haya permitido coger la vida del animal, exigiré satisfacción de todo aquel que (se inflija voluntariamente la muerte) vertiendo su propia sangre” (Rashí).
Podríamos pensar, prosigue el Midrash, que la prohibición de matarse se aplica también a casos tales como el de Hananiá, Mishael y Azariá, quienes se arrojaron al horno de fuego ardiente para santificar el nombre de Dios ante el rey Nabucodonosor. (Daniel II, 17). Pero no es así, porque el adverbio que encabeza el versículo tiene un significado restrictivo. Esta misma restricción se aplica también a casos tales como el de Saúl quien, al ver que los Filisteos con los que libraba batalla le estaban alcanzando, le dijo a su escudero: Saca tu espada y mátame para que no me vea expuesto a los golpes de esos incircuncisos y a sus ultrajes (I Sam. XXXXI 4; véase también Ralbag, II, Sam. I, 16). En este caso, se trataba de evitar la matanza del rey de Israel por sus enemigos, cosa que hubiera significado la “profanación del nombre de Dios” y la vergüenza para todo el pueblo de Israel. Pero fuera de estas excepciones y de las que Maimónides enumera, el suicidio, y también la eutanasia, están absolutamente prohibido, pues “el hombre no es dueño de su cuerpo”. 

6 – EL QUE DERRAMARE LA SANGRE DEL HOMBRE, POR EL HOMBRE SERA DERRAMADA SU SANGRE; PORQUE A LA IMAGEN DE DIOS HIZO EL AL HOMBRE.
6 – EL QUE DERRAMARE LA SANGRE DEL HOMBRE: El carácter inviolable y sagrado de la vida humana se debe esencialmente a que el hombre ha sido hecho a imagen de Dios. Este es el único argumento en pro de la inviolabilidad de la vida humana que tiene una validez absoluta. En efecto, no nos permite hacer diferencias entre hombre de distinta raza o religión; ni tampoco entre amos y esclavos, o entre amigos y enemigos. Además le confiere a cada ser humano una dignidad inseparable de su condición de hombre ya que preserva de la vergüenza al malhechor que sufre su castigo (Deut. XXV, 3) e incluso el cuerpo inanimado del condenado a muerte (Deut. XXI, 23). Lo que verdaderamente motiva, en profundidad, las sanciones jurídicas en el marco de la legislación bíblica es la ofensa a la dignidad del ser humano creado a imagen de Dios, y no la ley del Talión (jus talionis) o el sistema de la intimidación, como se suele afirmar en referencia a ciertos versículos del Deuteronomio (por ejemplo: Deut. XIII, 11) (&. Hirsch).

POR EL HOMBRE SERA DERRAMADA SU SANGRE: Rabí Isaac Luriá explica que a sangre del asesino debe ser derramada porque él ha derramado la sangre humana en el hombre, es decir la sangre de la posteridad contenida en la de la víctima. Su discípulo, Hayím Vital, le objeta la interpretación de Onkelos quien traduce “badim” por “con testigos”. Es decir: Si el asesinato ha tenido testigos, condenaréis a muerte al criminal. Pero el maestro contesta que las dos interpretaciones son complementarias. Si, de no haber sido asesinada, la víctima hubiera podido tener descendencia, la providencia se las arregla para que haya testigos en el momento del crimen con el fin de la justicia humana pueda castigar al culpable. En el caso contrario, como el asesino ha matado a un hombre que ya estaba virtualmente muerto, la presencia de los testigos no es necesaria. Así es como debemos interpretar también el comentario de Rashí en Ex. II, 12.

7 – MAS VOSOTROS, SED FECUNDOS Y MULTIPLICAOS; PULULAD EN LA TIERRA Y MULTIPLICAOS EN ELLA.
7 – MAS VOSOTROS, SED FECUNDOS Y MULTIPLICAOS…: Rashí y Najmánides consideran que anteriormente (en Gén. I, 28) esta misma fórmula tenía el valor de una bendición, y que aquí es una orden.
8 – Y HABLO DIOS A NOAH, Y A SUS HIJOS JUNTAMENTE CON EL DICIENDO.
 8 – Y HABLO DIOS A NOAH Y A SUS HIJOS: &. Com. VIII, 18. Al verbo:  (“y dijo”) del cap. VIII, 15 se sustituye aquí el verbo:  (“y habló”), el cual implica que el contenido del discurso está menos especificado.  
9 – “EN CUANTO A MI, HE AQUÍ QUE ESTABLEZCO MI PACTO CON VOSOTROS, Y CON VUESTRA SIMIENTE DESPUES DE VOSOTROS.
9 –  EN CUANTO A MI, HE AQUÍ QUE ESTABLEZCO MI PACTO CON VOSOTROS: La misma expresión enfática ha sido empleada ya con motivo del desencadenamiento del Diluvio. (VI, 17; &. com. ib.) La humanidad acaba de sufrir su castigo y de expiar sus pecados. Por eso, Dios está ahora dispuesto a sellar un pacto con los hombres, y lo hace con la misma solicitud o diligencia que demostró a la hora de eliminar la corrupción de la faz de la tierra. Se comprende pues que en su explicación de este versículo, Rashí emplee las mismas palabras que utilizó anteriormente a propósito de la destrucción del mundo por el Diluvio: “estoy dispuesto a confirmar mi promesa y a erigirla en alianza; y te doy este signo”.

10 – Y CON TODA ALMA VIVIENTE QUE ESTA CON VOSOTROS, AVE, BESTIA, Y TODO ANIMAL DE LA TIERRA JUNTO CON VOSOTROS; CON TODO LO QUE SALE DEL ARCA; CON TODO ANIMAL DE LA TIERRA.

11- VOY, PUES, A ESTABLECER MI PACTO CON VOSOTROS, DE QUE NO SERA MAS EXTERMINADA TODA CARNE CON AGUAS DE DILUVIO, NI HABRA MAS DILUVIO PARA DESTRUIR LA TIERRA.
11 – DE QUE NO SERA MAS EXTERMINADA TODA CARME CON AGUAS DE DILUVIO: Véase Talmud Sota 11a: “Vamos (dijeron los egipcios) usemos nuestra inteligencia contra él” (Ex. I, 10). ¡Tenían que haber dicho: “contra ellos”! Pero Rav Hama Ben Haniná explica: Lo que los egipcios querían decir es: “Vamos, seamos astutos con el salvador de los judíos. ¿Cómo los atacaremos? ¿Con el fuego? No sería conveniente pues su Dios ha anunciado que castigara con fuego (Isaías LXVI, 15). ¿Con una espada? Tampoco, porque su Dios “lleva la espada desnuda en su mano” (Números XXII, 23). Los egipcios sabían, en efecto, que Dios castiga “medida por medida”; por eso buscaron una manera de aniquilar a los judíos que no pudiese volverse contra ellos. Entonces decidieron combatir a los judíos con el agua (“A todo varón recién nacido, arrojadlo al río”) pues recordaron que Dios había jurado no volver a asolar la tierra con un diluvio. Pero no sabían era que el Eterno se había referido solamente a la tierra entera y no a una nación en particular; o que había jurado no volver a asolar la tierra pero no había prometido que los hombres no se arrojarían por si mismos en las aguas. Y esto fue precisamente lo que hicieron los egipcios cuando “se lanzaron tras de ellos” (Ex. XIV,23).
La tradición limita pues considerablemente el alcance de la promesa Divina. Esta no excluye ni un diluvio parcial, ni el hundimiento de una nación entera en el mar, ni tampoco la destrucción de la Humanidad por un elemento cualquiera que no sea agua. Podemos preguntarnos entonces porque razón Dios quiso relativizar su promesa, y en que consiste en realidad Su justicia, ya que ambas cuestiones están relacionadas entre sí. Nadie ha vivido estos problemas con más intensidad que el patriarca Abrahám. Cuando Dios le anunció la inminente destrucción de Sodoma, exclamó: (Génesis XVIII, 25): “¡Nunca tal hagas! ¿Acaso el que juzga toda la tierra es un juez inícuo? y los Sabios explican esta exclamación prestándole al patriarca las siguientes palabras: ¿No juraste acaso no provocar más diluvios? ¿A qué viene esta distinción abusiva entre diluvio de agua y diluvio de fuego? ¡No por ello dejarás de incumplir tu promesa! Rabí Simón Ben Lakish también atribuye a Abrahám la objeción siguiente: “Si deseas tener al mundo, no podrás quedarte con la justicia absoluta. Y si deseas tener a la justicia, no podrás quedarte con el mundo. No es posible poseer ambas cosas a la vez. O la una o la otra. Si no atenúas un poco el rigor del derecho, el mundo no podrá sobrevivir”. Entonces Dios se inclinó ante el “amor a la justicia y el odio a la iniquidad” manifestados por Abrahám (Salmo XLV, 8; Gen. Rabá c. 39). Este aprovecho inmediatamente la ocasión para convencer al Eterno de que “atenuara un poco el rigor del derecho”, e imploró Su perdón para toda la ciudad en consideración a los justos que se hallaban en ella. Desgraciadamente, no había ningún justo en aquella ciudad, lo que explica que Dios enviase un diluvio de fuego sobres sus habitantes: Este tipo de castigo no había sido excluido por la alianza establecida con Noé. 

En la próxima parte continua: 


12  ̶   Y DIJO DIOS: “ESTA ES LA SEÑAL DEL PACTO QUE HAGO ENTRE MI Y VOSOTROS...

Continua leyendo esto en Noé VIII


Fragmentos tomados de la Parashat Noaj Comentada por el

 Rab. Eli Munk





Trabajamos en conjunto con http://proyectojai.com/



Estudios Noajidas Venezuela  Siete Leyes de los hijos de Noé Benei Noaj Noajismo 7 Leyes Noajidas





No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.